Desde este mes de marzo podemos ver una interesante exposición en el Museo del Prado con el título “El otro tesoro: Los estuches del Delfín”.
Son objetos que pocas veces se contemplan ya que su función fue contener los vasos ricos del Tesoro del Delfín con el fin de proteger. De estos estuches dependía la longevidad de las alhajas del Delfín. Su forma exterior reproducía de forma simplificada el vaso que contenía.
Fueron considerados objetos de segunda fila y hoy podemos admirar su rica guarnición, son verdaderas joyas. Cada una de estas piezas es única al igual que el vaso que contenía. Son los estuches más importantes de las colecciones europeas. Son en total 124 estuches fechados desde el siglo XVI hasta el siglo XVIII. Son piezas muy frágiles y su conservación es muy complicada. Al ser contenedores han estados expuestos a la luz, a los cambios de temperatura, y han sufrido decoloraciones, deformaciones y algunos han tenido ataques de xilófagos.
Están realizados en diferentes materiales, con estructura de madera y forrados al interior con telas ricas y a veces acolchados, al exterior con pieles decoradas y telas de lujo como sedas y terciopelo. Estuches de tonos rojos, corinto o burdeos… Algunos tienen al exterior motivos heráldicos como la “flor de lis” o “el delfín”. El proceso de curtido de estos estuches era muy complejo, era un proceso largo y laborioso, se teñían con tintes vegetales y animales. Y la decoración con cincelado, grabado, repujado, gofrado etc.
Los vasos ricos y sus estuches solían conservarse en los guardajoyas de los palacios donde funcionarios cuidaban de su correcto almacenamiento y de su seguridad. Muchos de los estuches que se conservan son los que en origen tuvieron los vasos cuando fueron fabricados. Según iban cambiando las modas se modificaba el aspecto exterior del vaso y esto afectaba al estuche que lo contenía. Es decir se alteraba el volumen y este estuche quedaba inservible.
El Tesoro del Delfín es la herencia de Felipe V (primer Rey de la dinastía Borbón en España) recibida de su padre Luis el Gran Delfín de Francia (hijo de Luis XIV). Esta herencia son estos vasos realizados en cristal de roca y piedras ricas tallado y guarnecido con oro, plata, rubíes, esmeraldas…como si fueran joyas. Son auténticas obras de arte, eran consideradas rarezas y eran muy exclusivas, de un coste tan elevado que solo reyes o muy pocos podían tenerlas. Su valor estaba por encima de obras de arte de pintura y escultura.
Estos vasos ricos y los estuches que los guardaban llegaron a España con Felipe V. Fueron enviados al Palacio de la Granja de San Ildefonso. En 1776 Carlos III cedió todo al Real Gabinete de Historia Natural. Con el saqueo de los franceses los vasos ricos fueron llevados a París en 1813 pero sin sus estuches protectores que quedaron amontonados en Madrid. En 1815 se firmó un acuerdo para devolver a España los tesoros expoliados y entre ellos el Tesoro del Delfín. Cuando regresaron a Madrid muchos de estos estuches ya no podían utilizarse como contenedores ya que muchos vasos vinieron mutilados o transformados. Desde 1839 el Tesoro del Delfín está en el Museo del Prado.
Es un conjunto excepcional y verlos juntos, como fueron concebidos vaso y estuche, es una ocasión única.