Segunda excursión del curso 2022 – 2023 y ultima de este año 2022, que hemos realizado el 26 de Noviembre, a las tierras sorianas lindantes con las de Zaragoza, y que nos ha llevado a ver parte de esa España rural, que ahora se llama la España Vaciada, y que cada vez está más vaciada y más sola, un fenómeno que no es de nuestros días, sino que empezó a gestarse hace unos años, pero que hoy toma conciencia de auténtico vacío.
Empezamos nuestra visita recogiendo en el pueblo de Medinaceli, en la parte conocida del mismo como La Estación, a nuestro guía, una persona muy bien preparada y que, durante todo el día, ya que nos acompañó por la mañana y por la tarde, dio muestras de sus amplios conocimientos de Historia y Arte. Quizás, uno de los mejores guías que hemos tenido, en estos largos años de excursiones y viajes realizados por la Asociación.
Como decíamos, con nuestro guía ya en el autobús, lo primero que visitamos fue el Yacimiento Paleontológico de Ambrona, que se sitúa a un par de kilómetros del pequeño pueblo del mismo nombre, que a la vez está a pocos kilómetros de Medinaceli, y es el lugar junto con Torralba, en el que se han hallado las mayores concentraciones en Europa de huesos de elefante antiguo, junto a restos de otros de otros animales que hoy habitan en África, como el león o el rinoceronte, así como las herramientas que utilizaban los entonces habitantes para realizar los trabajos domésticos. Fue en Torralba, donde por primera vez se empezó a excavar a principios del siglo XX por el Marqués de Cerralbo, que también trabajo en Ambrona unos años más tarde.
En años posteriores, hacia 1961 fue el profesor norteamericano F.C.Howell el que continuo con las excavaciones en ambos lugares, con un gran equipo humano de geólogos, prehistoriadores y paleontólogos entre los que se encontraba Emiliano Aguirre, un Doctor en Ciencias Biológicas y licenciado en Ciencias Naturales y Filosofía, que años más tarde, hacia finales de los años setenta, comenzó a trabajar en Atapuerca, considerándose como el padre del proyecto de Atapuerca. Se excavaron en Ambrona 2.800 metros cuadrados, en los que como conclusión final, que era parecida a la que llegó el Marqués de Cerralbo, fue que se identificaba a ambos lugares como yacimientos en las orillas opuestas de un lago, donde habitaron hace 400.000 años animales de esta especie.
En el año 1963 se levantó un edificio, en el que se conserva una excavación, en la que se aprecia los restos de una especie de elefante de tamaño mayor al africano, con grandes colmillos y una altura de 4 metros y un peso que podía ser de cinco toneladas. En otro edificio, al lado de este, se ven materiales arqueológicos junto con utensilios usados en esas épocas. El paseo por las húmedas tierras que se extienden en los campos alrededor del museo, para hacernos una fotografía de grupo, junto a un monumental elefante allí representado, dio por terminado esta primera parte de la excursión, que resulta muy curiosa e ilustrativa.
De nuevo al autobús para acercarnos a Medinaceli, pero esta vez a la parte norte del mismo, que se sitúa en lo alto de un cerro, y que se conoce con el nombre de La Villa Vieja, para distinguirse de la otra parte del mismo que como ya dijimos se conoce como la Estación. Un pequeño pueblo de mucha Historia, ya que en él murió el Caudillo árabe Almanzor, además de que en estas tierras fueron famosas las batallas del Cid Campeador y que, en esta parte superior, muestra una magnifica arquitectura de sus casas, rematadas en piedra, lo que le da al conjunto una vistosidad única.
Y tras el estacionamiento de nuestro bus, la primera parada del recorrido por el pueblo la realizamos para contemplar el magnífico y único Arco Romano que hay en España de tres arcadas, que fue construido entre los siglos I y III d. C. y que mira al extenso valle del Arbajuelo, y desde donde se ve la autopista que une Madrid con Aragón y Cataluña, las salinas del rio Jalón, que los habitantes de la zona llaman el rio traidor, “Rio Jalón, rio traidor, que naces en Castilla y riegas Aragón”, que es afluente del rio Ebro. Pues bien, el Arco del Triunfo, está declarado Bien de Interés Cultural desde el año 1930, y se encuentra restaurado de hace poco tiempo, como se aprecia en su contemplación. Delante de él se encuentra un pebetero de piedra, que sirvió para recibir en alguna ocasión la llama olímpica.
Seguimos caminando por las empedradas calles del pueblo hasta llegar a las cercanías del Castillo, que parece que fue erigido en el siglo XIV por los Duques de Medinaceli, para reforzar las defensas de la ciudad. Resulta una sencilla edificación de planta rectangular con tres torreones circulares y uno de forma rectangular, como Torre del Homenaje. Cerca se sitúa la Ermita del Beato Julián de San Agustín, una construcción moderna ya que data del siglo XIX y que fue construida por sus vecinos, sobre la casa natal del Beato y al que el escritor Lope de Vega dedicó una comedia que se titulaba: El saber por no saber y la vida de San Julián de Alcalá de Henares. La ermita estaba cerrada y no pudimos contemplar su interior.
Tras ella siguió nuestro caminar, para llegar a su gran Plaza Mayor, en la que destacan dos grandes edificios, uno es el Palacio de los Duques de Medinaceli, de estilo renacentista y que fue construido en el siglo XVI, siendo su arquitecto Juan Gómez de Mora y en cuya fachada se encuentran los escudos de la casa, aunque el que se sitúa encima de la puerta principal está bastante deteriorado. Anteriormente los Condes de Medinaceli, vivieron en el Castillo y se trasladaron al Palacio al convertirse en Duques, tras el título que le otorgaron los Reyes Católicos en el año 1479 a favor de D. Luis de la Cerda y de la Vega, V Conde de Medinaceli y lleva asociado desde el año 1520, la Grandeza de España. D. Luis de la Cerda fue por tanto el primer Duque de Medinaceli, y en la actualidad el título lo ostenta una mujer, Dª Victoria Elisabeth de Hohenlohe-Langenburg, que lo hereda de su padre D. Marco Hohenlohe-Langenburg y Medina, que a su vez lo hereda de su abuela Dª Victoria Eugenia Fernández de Córdoba y Fernández de Henestrosa. El Palacio está declarado Bien de Interés Cultural desde el año 1979.
Y el otro edificio importante de la Plaza es la Alhóndiga, un edificio de dos plantas, en los que en la planta superior se reunía el Concejo y la planta baja, se destinaba a alhóndiga, un lugar que servía de almacén y además de centro de cambios comerciales de grano y otros productos comestibles. Es un edificio del siglo XVI como el Palacio. Esta Plaza Mayor se convierte en coso taurino, para celebrar el llamado Toro Jubilo, a mediados del mes de Noviembre, en el sábado más cercano al día 13, fecha en que se celebra la festividad religiosa de San Arcadio, San Paulino, San Probo, San Eutiquiano y San Pascasio, los cinco mártires cuyos restos se trajeron desde el norte de África, hasta Medinaceli sobre un toro de fuego.
La muy bien conservada Plaza Mayor, nos da pie para seguir recorriendo sus bonitas calles, algunas tan estrechas que se pueden tocar los muros de las casas, simplemente abriendo los brazos, llegando hasta la Colegiata de Nuestra Señora de la Asunción, que es un edificio del gótico tardío con elementos renacentistas y a la que se accede por una puerta situada al sur, a la que precede un pórtico de tres arcos. El interior es de una sola nave destacando de ella su rejería que es doble, por un lado, una que separa el Altar Mayor y otra en el sentido opuesto que separa el Coro, ambas son obra del Maestro Osón, que también trabajo en la Catedral de Toledo. Destaca también un Cristo Crucificado en madera policromada del siglo XVI, regalo de los Duques de Medinaceli y un nazareno con el nombre de Jesús de Medinaceli, que es una reproducción del famoso Cristo de Medinaceli que tanta devoción tiene en Madrid. Ambas figuras se encuentran tras la reja del Altar Mayor. En la parte posterior de la Iglesia hay otra puerta, más sencilla, que se conoce como la Puerta del Carmen.
Tras la visita de la Colegiata, y con el tiempo bastante justo, ya que se hacia la hora de la salida de nuestro autobús, para llegar al restaurante del almuerzo, contemplamos la fachada del Convento de Santa Isabel, que fue fundado por la Duquesa de Medinaceli, ya que era muy devota de San Francisco, y que ofrece los terrenos cercanos a la Iglesia de San Martín, para el establecimiento de un Monasterio, y en el año 1526 el Obispo de Sigüenza da el su aprobación para el establecimiento de este convento, que rigen las Hermanas de Santa Clara.
Tras el almuerzo, nos quedaba la segunda parte de la excursión, que nos llevaría al pueblo de Santa María de Huerta, cercano a la provincia de Zaragoza, para ver el precioso Monasterio de la Orden Cisterciense. Esta Orden se crea en el siglo XI, año 1098 por Roberto de Molesmes como reacción a la relajación que consideraban de la orden benedictina de Cluny, debiendo su desarrollo a Bernardo de Claraval, y aunque no es el fundador, se le considera el maestro fundamental de la Orden, vistiendo un hábito de color blanco, para distinguirse de los benedictinos, que visten de color negro.
El Monasterio fue construido entre los siglo XII y XVI, debiéndose su fundación al Rey Alfonso VII, que a mediados del siglo XII trajo una comunidad de monjes cistercienses desde la vecina Francia, instalándoles en un pobre edificio del pueblo de Fuentelmonje, en la que escasez de agua era su nota predominante, por lo que se trasladaron unos años después a tierras más húmedas cercanas al rio Jalón, siendo el Rey Alfonso VIII en el año 1179, el que puso la primera piedra de la nueva construcción, que sería encargada al arquitecto que dirigía entonces la obra de la Catedral de Sigüenza.
A mediados del siglo XIII se acaban las obras principales, siendo abad del Monasterio Martin de Hinojosa y un sobrino de este, que era entonces Obispo de Toledo, Rodrigo Jiménez de Rada, fue uno de los grandes mecenas de la obra. Está enterrado en el monasterio y su estatua ocupo el punto central de uno de los dos claustros. En el siglo XVI y contando con el apoyo de las monarquías de Carlos I y su hijo Felipe II, se levantaron otras construcciones y se agrando todo el recinto monástico. Años después y con la famosa desamortización de Mendizábal, se expulsó a los monjes y la Iglesia quedo como parroquia del pueblo, siendo el Marqués de Cerralbo el que con su trabajo, logró salvar el complejo de la ruina total. A día de hoy lo habitan más de una docena de monjes y está en unas condiciones óptimas de visita.
El recinto está rodeado de un muro y la puerta de entrada, en la que destaca el escudo del águila bicéfala, da paso a una preciosa plaza donde de frente se ve la Iglesia en la que destaca además de su puerta, un gran rosetón, que da luminosidad al interior del templo, conservándose de los edificios del siglo XVI solamente la cilla, el refectorio y la Iglesia, la cual posee tres naves con bóvedas de crucería simple. El Altar Mayor tiene un precioso retablo barroco del siglo XVIII cuyo autor es Félix Malo y a los lados se encuentran las urnas de mármol con los restos del Abad Martin de Hinojosa y del Obispo Jiménez de Rada, representándose en los muros pinturas con referencia a la batalla de Las Navas de Tolosa. El coro también del siglo XVI, presenta una gran sillería de madera de nogal.
Por el lateral de la Iglesia se accede a uno de los claustros, en este caso es el llamado Claustro Los Caballeros, precioso con estilo gótico – cisterciense, accediéndose mediante una escalera a una planta superior, que nosotros no pudimos visitar Desde el claustro se accede al refectorio, una preciosa y espaciosa sala abovedada, con cristaleras en una de las fachadas y un gran rosetón en la opuesta, destacando una escalera empotrada en uno de los muros, que da acceso a un pulpito, en el que un monje leía libros sagrados, mientras sus compañeros comían,. En uno de los laterales se encuentra un ventanal estrecho que comunica con la cocina, por donde se pasaban las comidas, situándose está al lado del refectorio. Esta cocina también suministraba el alimento a los otros habitantes del Monasterio, que eran los conversos que trabajaban en el mismo, pero que comían en otro recinto también lateral a la cocina, distinto a la de los monjes, en el que también se disponía de esa ventana para la llegada de los alimentos.
Tras estas dependencias visitamos el segundo claustro, llamado Claustro de la Hospedería, en estilo herreriano del siglo XVI, situándose en el centro del mismo la estatua que antes citamos del Obispo Jiménez de Rada. Este claustro presenta todo el recinto acristalado y en uno de los laterales había estancia para peregrinos que hacían el camino de Santiago.
En esta última estancia finalizamos nuestra visita al Monasterio, que no podía terminar sin las consabidas compras que se hacen en las excursiones, en la tienda del mismo, bien sea para comprar artículos comestibles o recuerdos religiosos. Precioso este recinto, que desconocíamos y que ha merecido la pena visitar. Con el regreso en nuestro autobús, esperamos la siguiente salida que será ya el próximo año 2023.