Ciclo de Conferencias de la Asociación Cultural Alcorcon Siglo XXI
Premios de Novela Alcorcón Siglo XXI
II Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
III Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
I Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
Conferencia de Ely del Valle en Siglo XXI
Conferencia en Siglo XXI de D. David Pérez García
Conferencia: los excesos de comida en las fiestas navideñas

Opinión

             Para los auténticos demócratas es de lamentar que Pablo Casado no tenga muy claro su futuro político, y que dada esa duda, su trayectoria incierta puede arrastrar e influir negativamente en los hombres y mujeres que engrosan su formación del PP. Es una situación la suya heredada, en parte, por errores de bulto que cometió Mariano Rajoy; el cual, tras ganar por mayoría absoluta las elecciones generales de noviembre de 2011, se dio con bastante éxito, por cierto, a componer la maltrecha economía que a los españoles les provocaron Rodríguez Zapatero y su ministro Solbes. Tanto fue el éxito que tuvo en esto Rajoy, que incluso salvó a España de ser intervenida por Bruselas.

            Claro que fuera de sus aciertos en las cuentas públicas por la “pandemia” de Zapatero; fuera de eso, digo, no supo aprovechar su mayoría, aplicando a través de ella, algunos de los contenidos de su programa electoral. Léase la reforma de la Memoria Histórica y del mismo aborto. Siendo esto último lo que produjo la dimisión del ministro Gallardón. Y eso que -hay que referirlo también- el mismo Gallardón, siendo alcalde de Madrid, tuvo llamativos maniqueos con los despropósitos de Zapatero.

“Si de algo se dice: “Mira, eso sí que es nuevo”, aun eso ya sucedía en los siglos que nos precedieron” (Eclesiastés 1-10)

¡Que reveladoras palabras para los que vivimos la presente realidad! Aunque también aquellas personas de principios del siglo XX se habían olvidado de la peste negra que acabó con la tercera parte de la población de Europa. Como nosotros ahora, se sentían muy seguros con los adelantos conseguidos en higiene y sanidad y pensaban que jamás se vería repetir los estragos del cólera, el tifus y otras enfermedades…

Y de repente se encontraron inmersos en la pandemia a más devastadora de la historia humana. Los primeros casos fueron detectados en 1917, en la I Guerra Mundial e iban asociados al proceso bélico. Estalló con enorme violencia en 1918 y desapareció en 1920, entre otras razones por la inmunización de los supervivientes. El agente patógeno fue el Influenza virus A subtipo H1N1, con una variante que lo diferencia mucho al Covid 19: Tenía una peculiar mortalidad entre niños, jovenes y adultos sanos.

               Los otros días apareció en las redes sociales una frase de Pablo Iglesias que se puede interpretar como desdichada; como una descarada afrenta e, incluso, una amenaza al Estado de Derecho. Vino a decir que “el Gobierno -del que él mimo forma parte como vicepresidente- y el Estado tendrían que ser, además de administradores públicos, un terreno de tensión ideológica y de confrontación de intereses”. Confesión que personalmente yo interpreto como prefiguración de la antigua “lucha de clases”. Esa oscura forma de hacer política que soliviantaría a cualquier sociedad democrática; ya que la lucha de clases provoca que nadie se encuentre contento, ni siquiera seguro, con la actividad que desarrolla en el seno de esa misma sociedad, en la que vive y desempeña en sus funciones.

            ¿Cómo se puede vivir en el seno de una población que apuesta por la confrontación de intereses si hay personas que, generalmente hablando, se han ganado a pulso, con esfuerzo y honesta dedicación lo que posean; mientras otros individuos, generalmente hablando también, únicamente buscan, con pretensiones nada edificantes, vivir de la mejor manera posible, aprovechándose de las ganancias ajenas que desde la honestidad se logran?

             Por otra parte, ¿cómo puede decir el líder de Podemos que la política ha de desarrollarse con tensiones ideológicas y sin rasgos de entendimiento? Porque, me parece a mí, que la tensión, y menos si está producida por las ideas políticas, no conduce a nada práctico. Pues, con ello, a la hora de darse a edificar estructuras de sano entendimiento; a la hora de buscar consensos, orientaciones y puntos realmente básicos para una convivencia ideal y fructífera, para una sociedad anhelante de respeto por parte de sus representantes políticos; ningún acuerdo razonable puede lograrse en modo alguno. Ya que las tensiones atenazan la prudencia, maniatan los entendimientos e impiden que los rasgos de cordura reconforten a los individuos para entregarse a la implantación del bien común que a todo el mundo beneficie por igual.

            No, señor vicepresidente, esas palabras suyas aparecidas en las redes sociales dejan bien a las claras que no está usted suficientemente dotado para la Política con mayúscula. Sólo demuestra con ellas que su oficio en el Congreso de los Diputados y en el Gobierno es de aprovecharse de votantes que no se pararon a reflexionar acerca de su personalidad tan preocupante. Y aprovecharse igualmente del mismo Pedro Sánchez; pues lo necesitó a ultranza, bien a su pesar, como aseguran algunos barones socialistas, para instalarse en La Moncloa como fuere.

            Respecto de los votantes que le han venido colocando donde está hoy, hay que decir que tendrían que haber pensado dos veces su proceder ante las urnas. Únicamente tenían que haber recordado sus principios en la política -las hemerotecas lo atestiguan-, cuando con Monedero y Errejón, y otros pocos de los suyos “echaron a andar” nada democráticamente en la Universidad, reventando un acto de Rosa Díez; una mujer que sí es demócrata; mucho más demócrata que Pedro Sánchez y Zapatero juntos. Reventando dicha intervención, hay que recordarlo, enseñándole a la antigua socialista tarjetas rojas a modo de árbitros autoritarios.

            Añadir además, que esas tensiones ideológicas que propugna ya las estamos viviendo estas pasadas noches en las dos o tres ciudades más importantes de España; con gentes comandadas y bien organizadas arrasando e incendiando con violencia inusitada y con ímpetus inexplicables. Unos actos que pueden acarrearle a usted mismo incluso el hundimiento de la ventajosa posición política que disfruta incomprensiblemente en la presente Legislatura.

            Una posición muy celebrada por quienes no piensan demasiado, no reflexionan con discernimiento en que los males -y las tensiones lo son sin ningún género de dudas- jamás se arreglarán con otros males. Ya que tan sólo los enmascaran con retorcidas falsedades; que, cuando decaen con sus disfraces, aparecen indefectiblemente las adversidades, a veces de constitución tremendista -lo hemos vivido con frecuencia en la historia de la humanidad-. Y tendríamos que haber aprendido de ello con apropiado desprecio de las desfachateces.          

            Tenía yo preparado este trabajo para la edición de FITUR de este 2021, pero el coronavirus, suspendida la Feria del Turismo, ha trastocado mis planes. No obstante, gracias a la web de la Asociación Cultural Alcorcón Siglo XXI, puedo publicarlo pasado ya un año exactamente desde que la noticia saltara a los medios: “que Sigüenza se postulaba, por medio de representantes políticos comprometidos con la causa, como candidata al nombramiento de Ciudad Patrimonio de la Humanidad”. Y desde luego no les faltó acierto a quienes se propusieron que la Ciudad del Doncel, como en las esferas culturales se la conoce, alcance el rango universal que ciertamente se merece por tantos contenidos como aglutina; que la posicionan como enclave turístico por excelencia y como centro ideal para ser estudiada y difundida.

           La unión viene siendo más que evidente. Unión espontánea del pueblo español -unión total- en torno a los profesionales de la medicina y a todo el personal que presta sus servicios en los centros sanitarios. Cómo todos ellos fueron reconocidos poco menos que como héroes durante la primera ola del coronavirus.

          Se lo merecieron sin duda y aún se lo siguen mereciendo por esa labor de profesionalidad sin fisuras que están realizando desde entonces; a veces, sin recursos apropiados para sus trabajos, a veces con carencias de manifiesta planificación. Y todos ellos sin apenas atisbos de relajación, ganándose a pulso el reconocimiento de la entera sociedad. Todo lo cual ocasiona uno de los temas de “unión” que apunto.