Ciclo de Conferencias de la Asociación Cultural Alcorcon Siglo XXI
Premios de Novela Alcorcón Siglo XXI
II Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
III Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
I Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
Conferencia de Ely del Valle en Siglo XXI
Conferencia en Siglo XXI de D. David Pérez García
Conferencia: los excesos de comida en las fiestas navideñas

Opinión


REPROCHE AL PP

Bien  merecido tienen los presidentes autonómicos del PP el reproche casi generalizado de los medios y de su presidente, molesto por la llamativa ausencia de los actos con que se  conmemoraba el 31º aniversario de la Constitución.  Mal ejemplo el  de aquellos a  quienes  se les llena  la boca con la Constitución y no valoran la política de gestos. El PSOE supo estar a la altura de las circunstancias. La presencia de Montilla y López se hizo notar. No se les critica a los populares su lealtad, sino su insensibilidad de formas.

CASO  HAIDAR

En el hilarante y aleccionador evento habido  entre la diplomacia española y el intolerante régimen alauíta, se han agotado todos los epítetos de calificación. Para los de dentro: una humillación, una ofensa, un insulto, un ninguneo, un darle en la cresta al equipo de Moratinos. Para los de fuera: una risión, una mofa y una befa, que un Estado  que se precie de tal, no debería pasar por alto. Se ha evidenciado lo que hay detrás de la Alianza de Civilizaciones, y la vacua palabrería a que nos tiene acostumbrados el señor ZP, creando problemas donde no los había.

DIMISIÓN  EN  CULTURA

La actuación de la ministra de Cultura, González – Sinde, tras su nombramiento en Abril, ha ido de mal a peor, tropiezo tras tropiezo  y  tambaleándose. Favoreció mucho y sectariamente a los del “sindicato de la ceja”. Ahora, ha sido desautorizada por Zp al gestionar mal las medidas anti “piratería”. Ella y su equipo han quedado tocados y en “evidencia”, hasta el punto de ser reprobados por los mismos beneficiados de la Unión de Actores. Algo se esta cociendo en su Ministerio, para tener que suspender su viaje a Japón. Sin defensa y sin el visto bueno de Zp, debería dimitir.

ESPAÑA  EN  AFGANISTÁN.

Si quiere estar España a la altura que le corresponde en el concierto internacional, ha de cumplir sus compromisos de envío de tropas a la “guerra” de Afganistán, en unión con sus aliados. Estar a las duras y a las maduras. Nuestros soldados son enviados, no en misión humanitaria o para dirigir la circulación, sino a la guerra que Obama- y con él el mundo libre- quiere ganar al terrorismo de Al Qaida. El pacifismo a ultranza, señor Zp, está bien para una campaña electoral, pero no para afrontar la dura realidad. De esta guerra depende la seguridad y libertad de Occidente y España no puede estar ausente.


                                                             Miguel Rivilla San Martín

 NUEVA  LEY  DE ECONOMÍA.

La política económica del Gobierno es y ha sido como el parto de los montes. Mucha expectación y al fin salió un ratón o como diría el castizo: Mucho ruido y pocas nueces.

Sin medidas estructurales que aplicar, sin reforma laboral, bajada de impuestos, control del gasto, sin inversiones productivas, lo único que cabía esperar es que escampe tras la tormenta de la crisis. Saldremos a flote, los últimos,  por la inercia de los países fuertes.

La intromisión del Estado en la vida privada no es de recibo y ni que decir tiene lo bien que ha caído entre los pensionistas el suprimirles la paga extra. En fin, todo un acierto.

 
PRUEBA  DE  FUEGO  DEL SISTEMA.

 

Las inaceptables amenazas e insólitas presiones de la prensa catalana al  veredicto, aún incierto, del TC sobre su estatuto, será la prueba definitiva de  consolidación o de  autodestrucción de la democracia española. Sin respeto total al guardián del orden constitucional, todo se desmorona. Cuestionando su legitimidad  o amenazándole,  no hay democracia que valga. Vamos derechos a la quiebra de la sociedad y del sistema.

Ni la casta política catalana, ni el 30% de los votantes, ni el apoyo irresponsable de Zp, pueden quitar el derecho fundamental de  todos los españoles a decidir en este asunto concerniente. 


CORRUPCIÓN.

 

Palabra que habría que desterrar del diccionario. Su sólo nombre es molesto. No digamos sus sinónimos que evocan el vómito: putrefacción, descomposición, pus, podredumbre etc. Nadie sería capaz de convivir mucho tiempo con un cadáver.

No obstante nos hemos acostumbrado a vivir con la corrupción dentro y fuera de nosotros, como si nada. La corrupción moral, igual que la física, nos debería resultar a todos insoportable, intolerable. Por desgracia,  a todo se acostumbra el ser humano.

El panorama que ofrece nuestra sociedad y clase política en general,  con ejemplares excepciones, es más bien desolador. ¡Cuánta razón  le asistía al primer presidente de la democracia española, Adolfo Suárez cuando escribía :”Los políticos tenemos que vivir entre la mierda; pero no hay que confundirse con ella”.(Rev.SRD). En toda corrupción está presente lo que Papini, en frase genial, llamó “el estiércol del Diablo”, refiriéndose al vil metal, el dinero.

Por él comienza toda clase de corrupción. Por dinero se roba, se mata, se miente, se calumnia, se viola, se cometen perjurios, se prostituye, se llevan a cabo toda clase de vilezas e indignidades, asesinatos y genocidios. Llegado el caso, hasta se vende el alma al diablo, se blasfema y se reniega de Dios.  Para acabar con tanta corrupción que, cual marea negra o chapapote,  salpica  a la generalidad de los mortales, no bastan todas las penas y leyes del mundo. Sólo se precisan los 10 Mandamientos de la Ley de Dios.

 


AGRICULTORES  Y  GOBIERNO SOCIALISTA.

 

Difícil entender cómo, precisamente un gobierno social –ista, haya dado la espalda, de hecho, al sector agrario en España. Es la cenicienta de las preocupaciones sociales de ZP, quien suprimió, hace un año y 32 semanas, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación,” confusionado” con el de Medio Ambienten y creando otros, como el de Igualdad, de escaso interés social. Ni en la UE, ni en los gobiernos regionales hayan la ayuda e interés precisos. La masiva jornada de paro  vivida en Madrid  y en casi toda España, debe ser un fuerte aldabonazo a la conciencia de políticos,  Gobierno y resto de ciudadanos

 


ZP  Y   LOS  CIENTÍFICOS.

 

España arrastra un mal endémico. El poco interés por el mundo de la investigación y de la ciencia. ¡”Que inventen ellos”¡. Ha sido una constante en el pasado,  acentuado hoy con los socialistas.  Ramón y Cajal, Severo Ochoa, Barbacil… tuvieron que emigrar para darse a conocer como valiosos hombres de ciencia. Aquí es mejor apreciado y retribuido un deportista que un sabio, científico o un investigador.

Zp,  arropado en y por sus medios, aplica el recorte presupuestario a jóvenes valores de la ciencia y prima a los del sindicato de la ceja y la farándula. Índice significativo del modelo de país al que nos conduce

 


ANTE  LA  MUERTE.

 

Nos sobrecoge a todos un sentimiento de impotencia, de fragilidad, de pequeñez, ante el hecho incontestable de la muerte, a la que sabemos nadie es ajeno. Instintivamente nuestra naturaleza  nos lleva a rechazar lo que es evidente y a todos se nos impone, sin mucho razonamiento, la caducidad de nuestra condición humana.

Un filósofo existencialista llegó a definir al hombre como “el ser para la muerte”. Entre todos los animales, el hombre es el único que tiene conciencia de su  finitud.

En esto sí que hay acuerdo absoluto, indiscutible y universal por parte de todos los humanos. Nadie en su sano juicio, de la cultura, edad, condición, y  religión que sea niega la realidad de la muerte y de su propia muerte. Es la verdad  más absoluta, muy por encima de cualquier otra. Y esta obviedad nos hace aceptar otras que no  son menos convincentes. A saber:

Que estamos aquí de paso. Que nada material nos podremos llevar al más allá.

A los creyentes nuestra fe, apoyada en la revelación, nos dice que la muerte no es otra cosa que el encuentro con Dios. A los ateos les debería llevar a otra  valiosa reflexión:

Amar a todos y hacer el bien, quizá no sea algo inútil. Merece la pena.

 


LAS  BUENAS  PERSONAS
.

 

Se puede comprobar en la vida que el mal tiene amplia audiencia y el bien es silencioso. Lo vemos a diario en los medios. Se da  prioridad al mal de minorías sobre el bien de  mayorías. Así se  fomenta el morbo, la clientela  y el negocio. El bien no vende. Las  violencias, los crímenes, los atracos, el sexo provocativo, sí que vende y mucho.

En España, a Dios gracias todavía, la inmensa mayoría de sus ciudadanos son  buenas y excelentes personas. Son honradas, respetuosas con los demás, superando con creces a quienes roban, matan, violan, mienten, calumnian y hacen el mal por doquier.

Ahora bien, en una sociedad sana, pacífica, democrática y libre, no basta  ser sólo buenas personas, como quienes dicen: “Yo no robo ni mato”, quedándose luego tan tranquilas.

No basta el no robar ni matar, aunque no sea  poco en estos tiempos. Hay que cultivar y tener otros  valores que son necesarios para el bien común y la buena marcha de una sociedad de auténtico progreso: El respeto a uno mismo, a los demás, a toda vida humana concebida, a la veracidad, a la fidelidad a la pareja, a la palabra dada, al perdón, al altruismo, al compartir con los más necesitados etc. Aún estamos lejos. Esperemos que algún día el bien venza al mal. De  cada ciudadano depende se haga realidad la utopía.

NUEVA  LEY  DE ECONOMÍA.

La política económica del Gobierno es y ha sido como el parto de los montes. Mucha expectación y al fin salió un ratón o como diría el castizo: Mucho ruido y pocas nueces.

Sin medidas estructurales que aplicar, sin reforma laboral, bajada de impuestos, control del gasto, sin inversiones productivas, lo único que cabía esperar es que escampe tras la tormenta de la crisis. Saldremos a flote, los últimos,  por la inercia de los países fuertes.

CORRUPCIÓN
Palabra que habría que desterrar del diccionario. Su sólo nombre es molesto. No digamos sus sinónimos que evocan el vómito: putrefacción, descomposición, pus, podredumbre etc. Nadie sería capaz de convivir mucho tiempo con un cadáver.
No obstante nos hemos acostumbrado a vivir con la corrupción dentro y fuera de nosotros, como si nada. La corrupción moral, igual que la física, nos debería resultar a todos insoportable, intolerable. Por desgracia,  a todo se acostumbra el ser humano.
El panorama que ofrece nuestra sociedad y clase política en general,  con ejemplares excepciones, es más bien desolador. ¡Cuánta razón  le asistía al primer presidente de la democracia española, Adolfo Suárez cuando escribía :”Los políticos tenemos que vivir entre la mierda; pero no hay que confundirse con ella”.(Rev.SRD). En toda corrupción está presente lo que Papini, en frase genial, llamó “el estiércol del Diablo”, refiriéndose al vil metal, el dinero.
Por él comienza toda clase de corrupción. Por dinero se roba, se mata, se miente, se calumnia, se viola, se cometen perjurios, se prostituye, se llevan a cabo toda clase de vilezas e indignidades, asesinatos y genocidios. Llegado el caso, hasta se vende el alma al diablo, se blasfema y se reniega de Dios.  Para acabar con tanta corrupción que, cual marea negra o chapapote,  salpica  a la generalidad de los mortales, no bastan todas las penas y leyes del mundo. Sólo se precisan los 10 Mandamientos de la Ley de Dios.
 IN HOC SIGNO VINCES
La cruz, desde tiempos inmemoriales, fue el instrumento de ignominia y humillación en la que los romanos daban muerte cruel a los enemigos del Imperio. Tras la muerte en ella de Jesús, se convirtió en signo de salvación, paz y reconciliación para todos los hombres. La conversión al cristianismo de Constantino I el Grande, hijo de Sta Elena, se debió a la victoria que el año 313 logró frente a su poderoso enemigo Majencio en el puente Milvio. Mandó pintar, por inspiración divina, en todos los escudos de su tropa, una cruz que había visto reflejada en el cielo con esta frase: In hoc signo vinces. Con esta señal vencerás. Desde entonces el signo de la cruz, con o sin el crucificado, pasó a ser la señal cristiana por excelencia. Los cruzados tomaron de ella su nombre al ir a conquistar Tierra Santa. Toda  la historia de Europa está impregnada del signo de la cruz y del crucifijo. Con la Revolución francesa, los humanismos ateos, el marxismo y la masonería, comenzó la lucha por desarraigar de los pueblos europeos todo signo cristiano, cuyas últimas consecuencias vemos en el comunismo y el laicismo que hoy propugna la izquierda radical. Las leyes laicistas e incluso algún tribunal, como el de Estrasburgo, podrán quitar de las paredes la cruz y el crucifijo, pero jamás podrán borrarlos del alma y  corazón de los cristianos, pues son señal de la victoria definitiva sobre el mal y poderes de este mundo.

CHAPUZAS MILLONARIAS  EN ALCORCÓN.
Se veía venir y todos los vecinos lo criticaron, antes del inicio  de las interminables, millonarias, y molestas obras del desarreglo de una de las vías principales de Alcorcón.
Me refiero a la avenida de Cantarranas, que enlaza la avenida de Lisboa con Polvoranca y que tiene como núcleo vial la  rotonda  que encauza  la intensa circulación que va y viene de Madrid, con la que  va y viene de Leganés, Getafe y Fuenlabrada. El centro vial más congestionado de toda la ciudad.  A cualquier hora del día, dicha rotonda se hace intransitable y en horas punta se convierte en un caos para los automovilistas, viandantes y pasajeros de autobuses, quienes agotan su paciencia, hacen sonar sus claxons y pierden un tiempo precioso en salir de dicha ratonera. Todo a causa de las obras realizadas en Cantarranas en la que han dejado sólo dos carriles, uno de subida y otro de bajada, en lugar de los 4 que antes tenía.
Da la impresión que esta costosa, inútil y perjudicial obra,  ha sido proyectada con los pies y no con la cabeza. Todos se preguntan qué pasará el día que haya un fuego, tenga que pasar una ambulancia o se estropee uno de los numerosos autobuses que cruzan esta avenida. Alguien tendrá que responder ante los ciudadanos de “la invención” vial y   circulatoria, que un mal día se inició contra el sentido común y bienestar de los propios ciudadanos, que son,  en definitiva, los que pagan con su dinero y salud, los estropicios de sus ediles incompetentes. Por si a alguien le parece exagerado lo anterior, invito a los medios que den noticia de cómo se estropean las cosas, tirando el dinero de todos.

 ANTE  LA  MUERTE
Nos sobrecoge a todos un sentimiento de impotencia, de fragilidad, de pequeñez, ante el hecho incontestable de la muerte, a la que sabemos nadie es ajeno. Instintivamente nuestra naturaleza  nos lleva a rechazar lo que es evidente y a todos se nos impone, sin mucho razonamiento, la caducidad de nuestra condición humana.
Un filósofo existencialista llegó a definir al hombre como “el ser para la muerte”. Entre todos los animales, el hombre es el único que tiene conciencia de su  finitud.
En esto sí que hay acuerdo absoluto, indiscutible y universal por parte de todos los humanos. Nadie en su sano juicio, de la cultura, edad, condición, y  religión que sea niega la realidad de la muerte y de su propia muerte. Es la verdad  más absoluta, muy por encima de cualquier otra. Y esta obviedad nos hace aceptar otras que no  son menos convincentes. A saber:
Que estamos aquí de paso. Que nada material nos podremos llevar al más allá.
A los creyentes nuestra fe, apoyada en la revelación, nos dice que la muerte no es otra cosa que el encuentro con Dios. A los ateos les debería llevar a otra  valiosa reflexión:
Amar a todos y hacer el bien, quizá no sea algo inútil. Merece la pena.

 LAS  BUENAS  PERSONAS.
Se puede comprobar en la vida que el mal tiene amplia audiencia y el bien es silencioso. Lo vemos a diario en los medios. Se da  prioridad al mal de minorías sobre el bien de  mayorías. Así se  fomenta el morbo, la clientela  y el negocio. El bien no vende. Las  violencias, los crímenes, los atracos, el sexo provocativo, sí que vende y mucho.
En España, a Dios gracias todavía, la inmensa mayoría de sus ciudadanos son  buenas y excelentes personas. Son honradas, respetuosas con los demás, superando con creces a quienes roban, matan, violan, mienten, calumnian y hacen el mal por doquier.
Ahora bien, en una sociedad sana, pacífica, democrática y libre, no basta  ser sólo buenas personas, como quienes dicen: “Yo no robo ni mato”, quedándose luego tan tranquilas.
No basta el no robar ni matar, aunque no sea  poco en estos tiempos. Hay que cultivar y tener otros  valores que son necesarios para el bien común y la buena marcha de una sociedad de auténtico progreso: El respeto a uno mismo, a los demás, a toda vida humana concebida, a la veracidad, a la fidelidad a la pareja, a la palabra dada, al perdón, al altruismo, al compartir con los más necesitados etc. Aún estamos lejos. Esperemos que algún día el bien venza al mal. De  cada ciudadano depende se haga realidad la utopía. 

                                                                                                                                   Miguel Revilla San Martín

 Apasionante  el tema tratado en la tertulia de César Vidal en LD  (12/10), sobre el futuro no lejano, que nos aguarda a los españoles y europeos, a causa de los abrumadores datos demográfícos y de  la baja natalidad que tenemos. La tendencia es imparable. El mundo musulmán aumenta cada año más y más, hasta hacerse mayoría en Occidente. Es como la quinta columna. Sin apenas notarlo nos estamos suicidando. El Islam, sin armas, ni terroristas suicidas avanza incontenible. Su crecimiento en fieles  ya supera a la católica globalmente.
Además, inconscientes, nos vamos debilitando. Sin valores, sin interés colectivo por el futuro, despreocupados por lo que les espera a nuestros nietos y descendientes, solo buscamos el bien personal y muy pocos el bien general.

Con el aborto y la cultura de la muerte vamos a la ruina. De poco va  a servir la Alianza de Civilizaciones ante la colonización musulmana y la dura realidad  que  vendrá en un no muy lejano futuro.

Cuando un pueblo, una nación, una sociedad, un colectivo,  una familia, se queda sin sus raíces, caminan imparables hacia su ruina. Gravísima responsabilidad de los líderes políticos, sin excluir a ningún ciudadano consciente.