Ciclo de Conferencias de la Asociación Cultural Alcorcon Siglo XXI
Premios de Novela Alcorcón Siglo XXI
II Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
III Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
I Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
Conferencia de Ely del Valle en Siglo XXI
Conferencia en Siglo XXI de D. David Pérez García
Conferencia: los excesos de comida en las fiestas navideñas

        En la última convención de Ciudadanos, hacia mediados de julio, una convención diezmada, al borde del desánimo por la falta de credibilidad de muchos de sus votantes; Inés Arrimadas, la lideresa del partido, no estuvo nada brillante a la hora de defender los muchos logros que la formación naranja cosechó  a partir de aquellos días en los que se vieron casi solos en Cataluña para hacer frente al proceso separatista, con Albert Ribera al frente del partido recién instituido. Un partido que se ganó la simpatía de la mayoría de los españoles, dada aquella valentía y aquel mérito político que supieron derrochar en tierras catalanas por el bien de la integridad de nuestro país.

 

           Tras dicha convención, a la que se ha llegado con una intentona desesperada por reflotar  a Cs, maltrecho por culpa de los últimos batacazos de una situación más que complicada por sus bandazos políticos, con el fracaso de la moción de censura de Murcia como referente principal. Algo que la mayoría de los de la formación no aciertan muy bien a comprender, vista la difícil situación por la que atraviesan.

        Y la verdad es que -dejando a Albert Ribera al margen- que la inestabilidad de la formación inició su andadura con la llegada a Madrid de Inés Arrimadas; en cierto modo convencida de que el éxito político que habían tenido en Cataluña podía ser una referencia substanciosa para acabar con el bipartidismo; que según observadores destacados -no sabemos en qué destacan estos observadores- era un cáncer nacional que había que corregir como fuera para bien de todos los españoles.

         De ahí, igualmente, la aparición de Podemos, con Pablo Iglesias, Errejón y Monedero al frente. Cuyas ideales premisas eran el aniquilamiento del bipartidismo. Claro que después el 4-M propició que los aniquilados fueron ellos  mismos; revestidos de múltiples siglas, inventadas para hechizar a sus simpatizantes y a un ejército de socialistas.

           Pero el caso de Arrimadas es muy diferente. Esta mujer, que abomina del comunismo y del separatismo, no se cansa de ir propalando que su partido está alimentado de puro liberalismo; al margen ideológico de las tendencias de izquierdas y derechas. Y sus exposiciones políticas son tan entusiastas, que, en períodos alejados de las campañas electorales, no duda en criticar a sus oponentes de ideologías enfrentadas entre sí para situar a Cs como única alternativa para la estabilidad social de España en beneficio de los españoles.

          Cs, según Arrimadas, podrá más pronto o más tarde encender la luz política que termine por sacar al país de posiciones extremas; esas que lo tienen maniatado con las referencias del PSOE y del PP. Y tal vez tenga razón -digo yo-; aunque algunas de sus conclusiones son erróneas, porque en momentos oportunos los de Cs no han tenido inconvenientes en que el partido formara coalición con el PP para gobernar.

          Pero ahora, apostando por hacer política neutral con un discurso donde la lideresa se compromete con volcarse en infraestructuras tecnológicas y de innovaciones favorecedoras del medio ambiente, carga con ahínco contra el PP, cerrando la puerta a cualquier fusión con los de Génova, a quienes tacha de conservadurismo duro y trasnochado.

           Ella va a lo suyo. Y eso es lo que le faltaba a Casado; que no se cansa de postulase, con su partido, como del centro-derecha para arañarle votos, llegadas las elecciones, a los de Cs y a los desencantados del PSOE. Ya que éstos cuentan con un líder, ahora instalado en la Moncloa,  que no se corta a la hora de confundir a los socialistas, como brujo que anda con astucia, aprovechándose de las circunstancias que le convengan a él mismo, no a España.

            Dije antes que la actitud de Arrimadas es lo que la faltaba a Pablo Casado para socavar su imagen en el panorama nacional. Imagen, por otra parte, poco atractiva para muchísimos simpatizantes del PP por sus traspiés en el Congreso de los Diputados.

            Y eso lo sabe muy bien Casado. Por lo cual, desde las votaciones autonómicas de Madrid del 4-M, bien que intenta estar cubierto, en sus vuelos y discursos políticos, bajo las amplias alas de Isabel Ayuso para así no quedar deslumbrado a causa de sus vaivenes, gracias a la sombra del exitoso vuelo de la presidenta de Madrid. Al hilo de esto, sería conveniente que dichos vaivenes de Casado los tuviera Ayuso muy en cuenta para que no le pasaran factura política a ella.