Ciclo de Conferencias de la Asociación Cultural Alcorcon Siglo XXI
Premios de Novela Alcorcón Siglo XXI
II Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
III Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
I Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
Conferencia de Ely del Valle en Siglo XXI
Conferencia en Siglo XXI de D. David Pérez García
Conferencia: los excesos de comida en las fiestas navideñas

Lara de Tucci

 A los socios de nuestra Asociación, muchos de ellos aficionados a los viajes, que siempre son motivos para la expansión y el enriquecimiento cultural, es oportuno recordarles que estamos en la semana de FITUR. Por lo mismo, me satisface exponer aquí un comentario acerca de una región, Cantabria, con mucho gancho turístico. Pero lo expongo con datos referidos a uno de los Santos que más festejan allí, incluso en tiempos en los que la religión está en decadencia; en tiempos en los que la fe languidece en la conciencia de los hombres e, incluso, ha desaparecido del corazón de algunos.

Aunque Cantabria puede presumir todavía por el hecho de que, en ciertos días del año, el santoral aún se tiene presente para gozo de sus gentes, conjuntamente con otras tradiciones populares. Uno de esos días es el de San Roque. Pues más de sesenta localidades de aquella Comunidad Autónoma abren sus espacios a los visitantes ofreciéndoles participar en los eventos festivos con los que honran a este Santo tan popular y querido.

 La misma capital, Santander, en su barrio del Prado de San Roque, cada 16 de agosto se reviste de esas galas, propias de gentes celosas con sus peculiaridades, que unen a los vecinos, relajan de los agobios cotidianos del trabajo y de los quehaceres de la vida y promueven participaciones colectivas de las que tan necesitados estamos los ciudadanos para frenar esas divisiones que se producen por culpa de sinrazones de las que nos armamos las personas en mayor o menos grado. Divisiones que, en días de San Roque, parece como que se disipan de los entornos cántabros al festejar al Santo francés de Montpellier, que nació con una crucecita roja en el pecho; la cual  no se le borraría  nunca.

 Santander, por medio del citado barrio -estos datos también tendrían que darse a conocer en FITUR-, como Santillana del Mar, El Tejo, Boo, Carriazo, Ruente, Sámano, Valdecilla y un largo etc. de localidades, tiene a bien encender la antorcha de lo auténticamente edificante y promover encuentros que a todos agraden, especialmente a los turistas; agradecidos siempre éstos si hallan especiales motivos de autenticidad en sus visitas cuando acuden, en tiempos de vacaciones, a cualquier sitio en busca de sensaciones nuevas. Y nuevas sensaciones tienen que ser igualmente para el visitante primerizo -digámoslo de paso- descubrir en el casco urbano, lejos de los bullicios vacacionales el Museo Municipal de Bellas Artes; que alberga una rica colección de obras de artistas italianos, flamencos y españoles de los siglos XVII y XVIII; así como un retrato que Goya le hizo a Fernando VII. Asentándose en el citado edificio la Biblioteca Menéndez Pelayo, con más de 40.000 volúmenes y el despacho de don Marcelino tal y como era en tiempos del gran historiador y filólogo santanderino. Nueva sensación turística tiene que ser también el Museo de Prehistoria en la Diputación Provincial; uno de los más interesantes de Europa en este campo.  

 Santillana del Mar, punto de una de las etapas de la ruta de Santo Toribio que parte de Santander, no puede dejar de sorprender tampoco al turista que se acerque a festejar a San Roque; con su austera y monumental colegiata románica; así como con el elevado acento histórico, de prestancia señorial, que distingue a la villa, otrora antigua capital de las Asturias Orientales. Cada paso que se recorre de su casco urbano festejando a San Roque o en cualquier día del año, produce un encuentro con referencias arquitectónicas de otras épocas: palacios, torres, casonas y calles que vieron pasar los años al tiempo que los habitantes de Santillana iban construyendo el rico patrimonio de la localidad.

 Otro punto cántabro, fiel a San Roque, El Tejo, presenta su iglesia de Santa María, parapetada bajo el camposanto. El pueblo tiene restos románicos del antiguo monasterio de una orden, la premostratense, pródiga en el servicio a los peregrinos que iban a Liébana. Lo que hace pensar que, en El Tejo, como en otros lugares de la Comunidad, los antiguos cántabros supieron transmitir a las nuevas generaciones ese gusto y apego por conservar tradiciones que hablan de la nobleza de los moradores. Pues festejar a San Roque es siempre recordar que el Santo vivió desde los veinte años por y para los desfavorecidos de su entorno.

 En efecto, San Roque, al perder a sus padres a la citada edad de veinte años, repartió a los pobres todo lo que pudo y el señorío que ostentaba como noble se lo confió a un tío suyo, tomando él el hábito de peregrino para ir a Roma. Pero llegado a Toscana, viendo que la región estaba asolada por la peste -era el primer tercio del siglo XIV-, se dedicó a socorrer a los apestados. Y, de la misma manera actuó en Roma y en Plaisance. Precisamente, en Plaisance contrajo él también la terrible enfermedad, y los desagradecidos habitantes de allí lo expulsaron sin contemplaciones de la ciudad.

En FITUR estos relatos sonarán a música de cencerro, que todos la oyen y nadie la escucha. Pero lo que no debe ser una rareza para los turistas atraídos por Cantabria es que, entre las muchas alternativas lúdicas que la Comunidad les ofrece, encontrarán también aquellas que provienen de las devociones religiosas, siempre sanas; incluidas las afamadas de Santo Toribio de Liébana en cada Año Santo.