Enrique Fernández Melero
La educación diferenciada no vulnera derechos de igualdad, como aseguran quienes se oponen a ella. Por el contrario es una medida que se adopta en otros países y que se ha incrementado en Estados Unidos, Alemania, Australia, dentro de Inglaterra, particularmente en Escocia, y también en Canadá. Es una opción legítima para los padres, que tienen perfecto derecho a buscar ese tipo de enseñanza. Las palabras fuertes que aparecen para negar subvenciones a colegios con ese sistema educativo, carecen de veracidad. En el sentido común de cualquier padre, sea cual sea su ideario político, se pueden encontrar razones para que los niños estén juntos en las primeras etapas de la enseñanza. Y razones para que sigan estudiando separados en los momentos en que sus potencias están desarrollando el hombre o la mujer que van a ser en el futuro. Y que vuelvan a compartir los estudios superiores cuando el tiempo y la formación recibida les hayan preparado para tener prioridades. Esa, al menos, es la intención que inspira a los educadores.
Pero es que al rechazo de esta clase de educación se une la oposición a los colegios que la imparten. Y no es casualidad que englobe a muchos de los centros católicos que hay en España, tengan o no tengan educación diferenciada. Recortar subvenciones para los colegios donde se aprende la religión que nos han inculcado nuestros mayores, que se forme en la fe cristiana a los niños que mañana puede decidir sobre el rumbo del país, viene bien a los sectores laicistas potenciados por el socialismo. Remontando a varios siglos, la enseñanza empezó en colegios religiosos y hoy tenemos más de 5.000 centros confesionalmente cristianos, que no destacan precisamente por el fracaso escolar de los alumnos. Su éxito ha propiciado el disparate de que destacados progresistas eduquen a sus hijos en colegios que están en el punto de mira de sus ataques.
El gobierno del Partido Popular adopta medidas reformadoras en la enseñanza y no cabe duda que hagan falta. Muchos hemos sufrido personalmente el fracaso de los planes de enseñanza en nuestros hijos. Siglas, ESO, LOGSE… es igual, ya conocemos la situación de la enseñanza en España. Pocos alumnos de catorce años son capaces de escribir un dictado de cien palabras sin cometer una falta de ortografía, o responder con exactitud la fecha de la caída de Constantinopla, o la del descubrimiento de America, o citar una obra de doña Emilia Pardo Bazan, por poner ejemplo. Y a eso se une desgana por el estudio propiciada por la seguridad de pasar curso, falta de respeto al profesor (error terrible transformar al maestro en “colega”) y muchas y tristes cosas que nos trajeron los actuales planes de estudio y que terminan en fracaso escolar o en el abandono de la carrera universitaria, con cifras muy por encima de las existentes en Europa.
De modo que los padres tienen todo el derecho a pedir educación diferenciada. Ya que sus hijos, dentro de las enseñanzas, tengan la asignatura de Religión.