Ciclo de Conferencias de la Asociación Cultural Alcorcon Siglo XXI
Premios de Novela Alcorcón Siglo XXI
II Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
III Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
I Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
Conferencia de Ely del Valle en Siglo XXI
Conferencia en Siglo XXI de D. David Pérez García
Conferencia: los excesos de comida en las fiestas navideñas

Enrique Fernández Melero

Asombra la facilidad con que los españoles aceptamos modos y costumbres americanas, y al decir americanas estoy hablando de  las estadounidenses. Se copia y repite, incluso por aquellos que se declaran enemigos del modo de vida americano y de sus valores tradicionales. No critico esta oposición si parte de razones de peso, pero mucho temo que en los principios de los opositores no exista memoria de las afrentas de Santiago de Cuba y de Cavite. Pero da lo mismo, porque unos y otros copiamos ese modo de vida americano.

No hablemos de la alimentación que se ha impuesto en España a pesar de reconocerse como muy inadecuada y del caudal gastronómico que ofrece nuestra cocina. La imitación es más personal y ya no hay quien prescinda de los “vaqueros”, de las sudaderas que deberían usarse para enjugar el sudor y no para vestir, de las carísimos deportivas fabricadas en países con desastrosas condiciones laborales, de las gorras gringas con visera curva para jugar béisbol. Uno se pregunta que fue de las bambas de toda la vida o de las zapatillas de suela de esparto, que ahora pasaron de moda. O si hace frío, de unas botas fabricadas en Valverde del Camino.Para los jóvenes puede parecer que las cosas siempre fueron así. Pero no es cierto. Hubo un tiempo en que la juventud si se cubría la cabeza usaba una boina, sin complejos, y con la única preocupación de que los amigos no te “capasen el rabillo”. Tampoco se palmeaban la mano para celebrar un tanto en el partido y no te disfrazabas de muerto viviente en la noche de Halloween.

Porque esta ha sido la guinda del pastel que podría calificarse de “Yanquilandia”. Una fiesta ajena a nosotros, metida con calzador por avispados comerciantes y coreada con júbilo por todos sin saber muy bien de donde procede. De seguir ese camino nos veo celebrando el 4 de julio y Acción de Gracias. Posiblemente la culpa la ha tenido Hollywood. Hemos crecido viviendo con intensidad “la fábrica de sueños”, el cine negro, las del Oeste, las bélicas y todas y cada una de las fantasías (muy hermosas por cierto) de Disney. Nuestro propio cine, desde Bienvenido Mister Marshall hasta El Crack,  ha estado plena de guiños al Sueño Americano. Una muestra del poder de su cine es que nos tuvieran que hacer El Cid. ¡Y así nos han tratado en sus películas! Propongo un experimento sencillo. Cerrar los ojos y pensar en una entrega de Premios Goya ¿A qué recordamos?

Lo cierto es que no extraña que se les copie. Si juntamos a todos los habitantes de España, de Francia, de Inglaterra, de Alemania, de Italia, de Holanda, ellos seguirán siendo más que nosotros. Pero puestos a imitar, imitaría otras cosas. Entre esos de más de 300 millones de habitantes de los Estados Unidos, los hay hispanos, alemanes, indios, chinos, que gracias a la democracia conservan sus raíces culturales. Sin embargo cuando tienen que entenderse hablan el mismo idioma. Eso sí que lo imitaría.

Imitaría también su patriotismo y el amor a su bandera a la que honran sin tapujos y sin correr riesgos físicos.

Su sistema legal protege a los inocentes de los que dejaron atrás cualquier posibilidad de rehabilitarse y los encierra de verdad. Allí la cadena perpetua no es una palabra. Eso, y el no negociar con terroristas, sería para imitarlo.

Hay libertad de culto pero la enseña de la nación es En Dios confiamos. Y cuando su Presidente se dirige al pueblo nunca olvida pedir la ayuda de Dios. Los imitaría con toda mi alma.