Miguel Rivilla San Martín (03/09/2011)
Dadas las circunstancias de crisis económica por la que atraviesa España, la mayor parte de los ciudadanos está dispuesta a apretarse el cinturón. Queremos saber si también los liberadísimos sindicalistas harán causa común con los demás o se aferrarán, al ser correa de trasmisión del Gobierno socialistas, a vivir del cuento de las subvenciones. Es voz común que la función de estos sindicatos de clase está obsoleta. Si tuvieran que vivir a costa de las cuotas de sus afiliados “no podrían ni pagar el recibo de la luz de los despachos de sus altos dirigentes”. Nos sobran estos sindicatos obsoletos y politizados.
La defensa del trabajador debe ser, como en Europa, por sindicatos independientes, no
Politizados, sino gremiales. Se ha dicho y con razón que “los Gobiernos no pueden estar sometidos a un chantaje permanente que solo se suaviza con subvenciones”.
Los funcionarios con sus recortes trabajan para el Estado, para todos; los liberadísimos sindicalistas tienen que explicar a la opinión pública qué hacen y por cuenta de quién. Estos sindicatos-vox populi- no sirven al trabajador, sino que se sirven del trabajador para medrar y vivir ellos sin pegar un palo al agua.