Hay resultados en algunas elecciones que son inesperados y sorprendentes para muchos. Uno de esos resultados se ha dado en los comicios del 10-N, con Ciudadanos hundido en el engranaje electoral; hundimiento que ciertos politólogos, sin embargo, ya venían intuyendo desde la precampaña. Pues el error de Albert Rivera, al declarar que incluso pactaría con el PSOE de Pedro Sánchez con tal de desbloquear la formación de Gobierno tras las elecciones, le ha ocasionado a su grupo el verse relegado en el Congreso a un puesto que nadie podría vaticinar cuando la formación naranja inició su andadura en Cataluña y fue fortaleciéndose imparablemente.
Pero que nadie dude que los de Albert Rivera e Inés Arrimadas bien supieron colocarse en España gracias a sus demoledoras intervenciones para oponerse al demente referéndum de aquel 1-O; de tan desgraciada memoria para sus mentores y para Cataluña. Pero los de Cs, tras defender la unidad de España y la Constitución, como así hicieron entonces, han venido sembrando dudas, y eso les ha colocado ahora en el vagón de cola del Congreso de los Diputados; pues el desbloqueo de un Gobierno de izquierdas, aunque fuera absteniéndose, donde también concurrirían los representantes catalanes que el partido naranja había denostado en su día, habría sido ir contra natura por parte de una formación de centro-derecha.
!Qué metedura de pata la de Albert Rivera, al pretender asociarse a pactos en el Congreso que, aunque mencionó al PP, bien se entendió que el PSOE habría sido la opción mejor posicionada para sus aspiraciones!
Desde otro ángulo político -no me gusta habla de extremos- aparece con fuerza VOX, aunque ya el 28-A dio avisos de su presencia para quedarse, con su espectacular ascenso en las urnas a consecuencia, quizá, de votantes desanimados de una derecha, incluyendo a la de Ciudadanos, que nunca hablan de ilegalizar los partidos separatistas; de reforzar la Monarquía parlamentaria; de apostar por la independencia judicial, y, en fin, de oponerse a la Memoria Histórica, como Ley que está ocasionando divisiones entre los españoles; los cuales, generalmente hablando, únicamente buscan vivir en armonía. Como el mismo Santiago Abascal comenta: “fortaleciendo la lengua común de los españoles y eliminando de las Autonomías competencias creadoras de desencuentros territoriales, como, por ejemplos, las educativas y las sanitarias; que sólo persiguen romper los lazos sustentadores que unen la naturaleza nacional de España”. Argumentos que le han ocasionado a él ser tachado de fascista y de criminalizar las relaciones políticas del país.
Por otra parte, también tenemos que concederle cierto protagonismo a los populares tras el pequeño aumento del porcentaje de votos en las elecciones; un cómputo superior al del 28-A; cuando los del PP acusaban todavía las críticas de la corrupción y ciertas incongruencias cometidas por el equipo de Rajoy y de Soraya Sáez de Santamaría. Al ser la formación poco contundente en sus intervenciones en el Congreso para defender la unidad nacional. Que incluso les acarreó a los de Génova el sufrimiento de alguna humillación por parte del PNV y de esos socios del catalanismo que, entre sí, están juramentados como una quinta columna que persigue, a costa igualmente del progreso de Cataluña, el aniquilamiento de España como nación única e indisoluble desde su antiguo devenir histórico; como es reconocida por historiadores de dentro y de fuera del país.
Y la incertidumbre económica y el paro que padecemos, que a todos preocupan con razón, dados los meses transcurridos con un Gobierno en funciones; así como las nulas explicaciones del mismo Gobierno sobre los partidos separatistas, han producido también que el PSOE salga perdiendo en estas elecciones; por más que Pedro Sánchez, erre que erre, todavía vislumbra ciertas ventajas nada factibles, desde luego.
Pues esos votos derrochados por ellos a causa de políticas oscurantistas en relación al “proces”, como los retorcidos mensajes del propio Presidente acerca de este tema y sobre otros conceptos nada propicios e idóneos para la estabilidad de la Nación, como las artes funerarias, son andanzas que les han pasado factura a los de Ferraz; esta vez con la rebelión de las urnas como protagonistas