La Cuaresma va llegando a su fin y nos asomamos a la Semana Santa. El próximo domingo entraremos en el domingo de Ramos, a los dolores de la Pasión y al Domingo de Resurrección nuestra esperanza y alegría. Esta Semana Santa, a pesar de la situación, será mejor que la del pasado año que nos tuvo confinados en casa, pero también estará llena de carencias. Como en la anterior faltaran muchas cosas y tampoco tendremos procesiones. El gobierno las prohíbe “para protegernos”, aunque tolera grupos de 500 personas vociferando consignas. Los templos seguirán con aforo limitado o incluso cerrados por orden gubernamental “para protegernos” aunque no limiten el aforo a las rebajas en El Corte Inglés o las compras de Mercadona, ni cierren el aeropuerto a los extranjeros que vienen a divertirse en un país claramente menos estricto que el suyo. ¡Qué situación tan triste! Hemos visto como mueren miles de españoles ante la impotencia de los sanitarios y la indiferencia de un gobierno que acaba de “regalarnos” una ley de eutanasia que nadie le pide pero que junto al aborto va configurando su cultura de la muerte. Que tristeza para los cristianos que vemos como quieren relegarnos al silencio de la catacumba, a la desaparición de nuestros signos religiosos mientras siguen derribando cruces y promulgando leyes que prohíben expresarse y manifestar nuestra fe. Es la persecución. La que hubo antes, la que hay ahora y la que habrá mañana, mucho me temo que aumentada.
Pero por mucho que nos duela debemos recordar que la persecución es un signo de nuestra vida de cristianos y una bienaventuranza:
“Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos”
Y precisamente en la búsqueda de este Reino de los Cielos es donde hay que volcar todos nuestros esfuerzos, porque al final es lo único que nos debe importar. Es el negocio más importante de nuestra vida, nada puede compararse con la necesidad de tener éxito y conseguirlo. ¡Es que la muerte no es el final, es que hay Vida Eterna y tras el último aliento estaremos más vivos que nunca! La Iglesia nos lo recuerda en estos días, Jesús nos espera con su Bondad y también con su Justicia, pero es necesario que lleguemos limpios a Él. Por eso este es el tiempo de penitencia y conversión.