Ciclo de Conferencias de la Asociación Cultural Alcorcon Siglo XXI
Premios de Novela Alcorcón Siglo XXI
II Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
III Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
I Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
Conferencia de Ely del Valle en Siglo XXI
Conferencia en Siglo XXI de D. David Pérez García
Conferencia: los excesos de comida en las fiestas navideñas

           No siempre es oportuno extrapolar actitudes, aunque en el tablero político, este entramado de posiciones casi semejantes da mucho para reflexionar y escribir. Y es que el sanchismo de aquí y la Agrupación Nacional francesa de Marine Le Pen parece que se han conjurado en una misma senda de despropósitos -dentro, lógicamente, de sus propias y antagónicas diferencias- para no bajarse del burro, con tal de seguir, erre que erre, en sus respectivas obcecaciones. Las que sacan de la política una especie de segmento filosófico desfigurado, sólo válido para las conveniencias que persiguen ambos personajes: el protagonismo a costa de los que sea.

           Además, es un protagonismo que pretenden alcanzar con ciertas etapas intermedias; incluso los dos han defenestrado a sus principales validos. En el caso de Le Pen, a su ex Louis Aliot, y en el caso de Sánchez, a Iván Redondo; personajes estos tan ambiciosos como sus líderes y que ven por los ojos de ellos

           Al hablar de etapas intermedias, tan recorridas por los dos políticos que nos ocupan, no podemos perder de vista que Le Pen, que hace unos días fue elegida por abrumadora mayoría presidenta de la Agrupación Nacional de su país, no estima dejar ese cargo de momento; lo que le valdría poder prepararse para la campaña de las presidenciales francesas del próximo año.

       Lo cual es una estrategia para ir armándose más concienzudamente en sus intereses de poder; que consisten en combatir con mayor fuerza el proyecto estrella de sus intereses políticos: “acabar -son palabras suyas- con la dictadura de la Unión Europea”. Una idea heredada de su propio padre, Jean-Marie, que la fraguó siendo presidente en la formación cuando se llamaba Frente Nacional, que era de extrema derecha.

         La idea de combatir la “dictadura de la Unión Europea” era de su padre, evidentemente, pero Marine, como mujer y más respaldada que su progenitor en las urnas y con mayores avaricias políticas, la asumió como razón de ser de su carrera política. Y no son pocos los observadores que piensan que sus líneas maestras para tamaña empresa vienen predispuestas a semejanza de la constante actitud y el talante político de Angela Merkel.

        Pues si la alemana posee la maestría de ser una ferviente garante de la unidad europea, con todos los escollos que se le han presentado en los 16 años de mandato que lleva en su país. Ella, Marine Le Pen, se esforzará, por su parte, para que Francia rompa tal hegemonía de unidad; dándoles a muchos de sus compatriotas el orgullo, que ahora tienen esquilmado, de ser dueños de su propio destino en el continente. Por otra parte y antes de concluir este párrafo, cabe señalar que esa dictadura europea, que Le Pen aborrece, engloba también los y las “ex”, en referencia a las parejas sentimentales deshechas, como la suya propia. Un fenómeno de rango occidental -puede decirse- que se ha hecho endémico igualmente en la Europa que la mujer detesta.

         Pero si Le Pen combate la Unión Europea, ¿qué podemos decir de Pedro Sánchez? Ya que el Presidente español está ilusionado, desde su atalaya en la Moncloa, con destruir la España más que bimilenaria y formar un mosaico territorial lo más parecido a los reinos de taifas que antaño padecimos. Llegando, en su extrapolación con la francesa, a unos niveles de actuación que pocos visionarios aciertan a comprender por muchas reflexiones que sean capaces de hacerse de este marchamo presidencial; que va de la mano de comunistas, separatistas y nacionalistas. Aunque estos grupos, de caracteres divisorios, sólo buscan las consolidaciones de sus ideologías, con los intereses crematísticos, eso sí.

       Pedro Sánchez no cederá en tal dinámica de descomposición nacional, con sus particulares líneas maestras kafkianas. Y, también, con la ayuda de Iván Redondo -¿no ha dicho este valido antes de irse, “volveré”?-. Sánchez tiene muy claro adonde quiere ir a parar  solito con sus estrategias proyectadas. Porque Le Pen, con las suyas, desea estar arropada de algún modo con los mejores de su propia formación. Pero el Presidente de aquí se está encargando, antes de enfrascarse fuertemente en su maniobra, de descomponer definitivamente el PSOE para no hallar trabas en su camino.

     Ya veremos cómo termina él mismo con sus argumentos promulgadores; puesto que en el PSOE parece ser que ya están claudicando para ir aceptándolo como supremo caudillo; por más que en Ferraz, haya todavía quienes se resisten, ya los cité en otro artículo -casos de Fernández Vara y García-Page-, a aparecer en la foto de familia con las personas que Pedro Sánchez está reuniendo sin contar con el socialismo histórico.