Ciclo de Conferencias de la Asociación Cultural Alcorcon Siglo XXI
Premios de Novela Alcorcón Siglo XXI
II Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
III Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
I Certamen de Pintura Alcorcón Siglo XXI
Conferencia de Ely del Valle en Siglo XXI
Conferencia en Siglo XXI de D. David Pérez García
Conferencia: los excesos de comida en las fiestas navideñas

         Lo dicen todos los medios de difusión de cuando en vez: la intelectualidad internacional está como adormecida, atolondrada cabría decir. Y en España no digamos. En España, salvo raras excepciones, que también las hay, los intelectuales andan perdidos, como escondidos por los recovecos, sin prodigarse mucho, que les ofrecen los periódicos, las cadenas de televisión y las emisoras de radio; lugares todos donde exponen con ciertos temores, migajas de sus capacidades culturales.

 

        La cosa viene de lejos si hacemos caso de algunos comentaristas que no se conforman con carecer en el ámbito editorial de firmas con prestigio que calmen las apetencias del saber humano. De ahí que sean muchos los interesados por los libros, escritores y público ávidos de escritas impresiones que tengan que acudir a las librerías de ocasión y de antiguo para hacerse con esos ejemplares de prestigio de épocas atrás que hoy escasean en las estanterías de las tiendas especializadas.

        Diríase que los escritores de talento están, de alguna manera, influenciados por las corrientes políticas de aquí y de fuera de aquí. Pues hay políticos que, con sus maneras de actuar públicamente, propagan actitudes que, al hechizar a las gentes, hechizan igualmente a quienes se sirven de la pluma; y, claro, éstos no aciertan -¿será por temor quizá?-  a habilitar sus talentos, a exprimir sus capacidades, para propagar ficciones y fábulas que enciendan curiosidades e historias de esas que aparten a los públicos de las engañifas políticas de los últimos años y de hoy muy especialmente; engañifas que se expresan desde las tribunas con descaro y sin respeto alguno por los públicos.

       Decía que el problema de la intelectualidad cohibida viene de largo, como apuntan observadores. Durante nuestra transición se publicaron en el mundo bell seller, recuérdese, por ejemplo, “El código Da Vinci” -después llevado al cine- de Dan Brown, y se publicaron de la misma manera otros títulos que fueron un boom momentáneo, una burbuja que se desinfló en pocos meses y que no alcanzaron el rango de clásicos por desventura.

      Ya antes de la transición, el mayo francés del 68, en mi modesta opinión, sentó las bases de una decadencia, en este tema de la intelectualidad también, y no sólo en lo político, que se está prolongando hasta nuestros días. Pues fueron un puñado de estudiantes, vagos izquierdistas, quienes arrastraron en la Sorbona a una multitud de jóvenes irreflexivos con unas consignas que -¡figúrese el lector!- incluso forzaron a dimitir al primer ministro francés, Georges Pompidou.

       Pero qué contrariedad de consignas y protestas sin sentido, sin pretensiones convincentes, pues nada era lo que buscaban los del 68; por eso la intelectualidad y los mismos periodistas, en todo el ámbito internacional, quedaron confundidos en sus observaciones de escribidores. Ya que el mismo Pompidou, dimitido de su cargo de Primer Ministro, sería proclamado a renglón seguido Presidente de la República francesa; lo cual nunca llegaron a explicarse muy bien los analistas de ningún país. Eso sí, dichos analistas pusieron el “mayo francés” en un pedestal que la generación posterior y las gentes del momento actual lo tienen, aunque con cierto olvido, como una turbulencia reivindicativa de carácter social sin argumentos aclaratorios.

         Siguiendo con el tema que nos ocupa, igualmente hay que hacerse eco de Estocolmo y de sus afamados Premios Nobel de Literatura; donde también hay honrosas excepciones, pues la política internacional, de excesivas manipulaciones, juega un papel esencial para decepción de los amantes del libro.

        Y para nosotros los españoles, los maniqueos sucos nos han supuesto dudas considerables, con la carga de prestigio que suponen tales galardones desde los tiempos de Rabindranath T. Tagore y aun antes del afamado autor indio. Ya que Gonzalo Torrente Ballester y Miguel Delibes se fueron del panorama universal de los libros sin alcanzar inexplicablemente el galardón, siendo muy acreedores de él ambos escritores de habla hispana.

        Todo lo cual nos sirve para aclarar que en Suecia; por medio de sus Premios de Literatura, también juegan un papel esencial las normas y las múltiples corrientes políticas que nos atosigan. ¡Ah! y las distorsiones sociales; esas que a buen seguro terminarán por socavar la estabilidad europea, si es que todavía presumimos con orgullo de ella; de la misma manera que tienen atenazados y confundidos a los miembros de los Jurados; influyendo en sus deliberaciones para elegir a quiénes han de galardonar, independientemente de las obras que hayan escrito y del talento que tengan.