Miguel Rivilla San Martín Entre los fallos que el ciudadano de a pie descubre y repudia en los partidos políticos en general, en los gobernantes en particular y en casi todos los que ejercen alguna función pública, es la carencia de autocritica.
La tendencia generalizada es no aceptar responsabilidad alguna por la mala gestión y achacar al adversario y a la oposición, la culpa de todo lo que no se ha hecho bien o se ha dejado de hacer.
Causa estupor y cierta hilaridad, por ejemplo, el comprobar cómo después de casi 6 años de Gobierno socialista al frente del Estado, como único recurso a las criticas de la Oposición, -es su deber- siempre se recurra al pasado o a la legislatura anterior.
Está por ver – sería la primera vez – que los socialistas reconocieran, por la evidencia de los hechos, su responsabilidad, verbi gratia, en la economía, en la lucha antiterrorista, en los incendios forestales, en la “Kale borroka”, en la cultura de la muerte, en el anticlericalismo, en el troceamiento de España, en el enfrentamiento de las autonomías, en los desastres estructurales en Cataluña, en remover la memoria histórica, en la inmigración, en la imposición totalitaria de la asignatura de EpC, etcétera.
Tal proceder supone tomar por desmemoriados o descerebrados a los ciudadanos, incapaces de recordar el pasado y que solo son movidos por la propaganda y las promesas electorales.
