Miguel Rivilla San Martín
Es tema de actualidad en los medios, en la calle y en todas partes. El chapapote de la corrupción está salpicando a muchos altos cargos de la clase política. La conclusión se generaliza, sin matices ni excepciones. “Todos son iguales”, sentencia el pueblo. No es cierto ni justo, pero en ésa estamos. En la crisis que sufrimos todos, en el paro de los 4 millones y pico y miles de familias que no llegan a final de mes, el autentico cáncer es la falta de escrúpulos y de conciencia moral de los más obligados a la ejemplaridad. No sólo no sirven al pueblo soberano, sino se sirven del pueblo para su enriquecimiento.
Una cosa es oír a hablar de corrupción, en general y otra palpar corrupciones al detalle. He aquí, sin nombres propios, el autoservicio de algunos políticos beneficiados:
Viajes por todo el mundo, cruceros, estancias en paradores y hoteles, joyas, coches de alta gama, motos de alta cilindrada, barcos, dinero en paraísos fiscales, miles de euros, 8 vehículos en 9 años, fincas, chalets, pisos para familiares, etc….
Es cierto que algunos de estos señores son descubiertos y juzgados. Lo que no entiende el pueblo llano es que no se les obligue a restituir lo robado al pueblo. Este proceder es inadmisible y sin una limpieza a fondo en los partidos, autonomías, ayuntamientos y cargos dirigentes etc, no habrá modo de reflotar lo que aún queda de España.