Seguimos en tiempo de pandemia sin poder hacer nuestras excursiones mensuales, para apreciar todas las maravillas que encierra nuestra piel de toro, y que hemos ido apreciando en estos años de recorrer sus caminos, para encontrarnos con muchísimas joyas que levantaron nuestros antepasados y que hoy nosotros admiramos y disfrutamos. Nos detenemos hoy en la Catedral de León que visitamos el pasado mes de Octubre y que no pudimos contemplar con detalle debido a la premura del tiempo, queriendo con estas líneas acercar a nuestros amigos de la Asociación, la maravilla que se encierran entre esas paredes centenarias. Vamos pues a comentar algo sobre la conocida como Pulchra Leonina, y que forma junto Burgos y Toledo la trilogía de las Catedrales góticas de España.
La Catedral nace sobre dos templos que la precedieron, el primero debido a la donación de los palacios y casas que hace el Rey Ordoño II, a su vez construidos sobre unos antiguos baños romanos, para levantar una primera Catedral, en agradecimiento a Dios por la victoria sobre los moros en San Esteban de Gormaz, en la cual sería enterrado el monarca a su muerte y que más tarde sería destruida por el caudillo moro Almanzor a finales del siglo X, concretamente en el año 996. Se reconstruye en el siglo XI, entre los años 1067 y 1073, en estilo románico por el Rey Alfonso VI, la cual será derruida posteriormente para construir la actual gótica de principios del siglo XIII y así en el año 1255 se edificaba la cabecera de la nueva Catedral, siendo Rey Alfonso X y prelado de la diócesis Don Martin Fernández, finalizando la obra de la cabecera a últimos del siglo XIII. Al mismo tiempo morían Enrique de Burgos y Juan Pérez, que fueron los arquitectos de aquel principio de obra. Sobresale de sus hermanas antes citadas, por detalles tan vistosos como los célebres ventanales, los rosetones de sus hastiales o sus bóvedas.
La fachada principal corresponde con la cara oeste, que esta flanqueada por dos extraordinarias torres de casi setenta metros pero de altura diferente, de base cuadrada y remate piramidal, una conocida con el nombre de la Torre de las Campanas y la otra con el nombre de la Torre del Reloj y aunque ambas nacieron en el siglo XIII una, la de la izquierda, se acabó en el XIV siendo de aspecto más sobrio y la otra, la de la derecha, en el final del XV, en estilo gótico flamígero con una aguja calada. Entre ambas un frontis de cuatro ventanales bajo el gran rosetón calado con vidrieras del siglo XIII y el remate final a gran altura, que es neogótico y construido por Demetrio de la Riva a finales del siglo XIX, en la época de su restauración y en el que se descubrió el anterior del siglo XVI. Posee una triple portada, de manera parecida a la catedral francesa de Reims, que es la que sirve de modelo a nuestras construcciones, llevando cada una de ellas un nombre distinto y así las laterales se dedican a San Francisco y a San Juan Bautista, en tanto que la del centro está dedicada al Juicio Final, viéndose en el parteluz la figura de Nuestra Señora la Blanca o la Virgen Blanca, hoy sustituida por una copia obra del artista Andrés Seoane, mientras la figura original se guarda en el interior del recinto religioso, en una de sus Capillas. En el pórtico izquierdo o de San Juan Bautista se representa en el tímpano el ciclo de la Natividad del Señor, en las arquivoltas hay alusión al árbol de Jesé e historias de la vida de San Juan. La portada central o de la Virgen Blanca representa El Juicio Final con un Cristo Juez con la Virgen y San Juan y por último en la portada de la derecha o de San Francisco se dedica a la Virgen y en las jambas se ven profetas de distinto tiempo.
Hay otras dos fachadas, que tienen menos relevancia, la fachada sur, también cuenta con tres pórticos, llamados : el de la Muerte, que no tiene figuras en el tímpano, solo en las arquivoltas y jambas, el del Sermental, parecido hasta en el nombre con el de la Catedral de Burgos, con el Pantocrátor y los símbolos de los Evangelistas y con la efigie de San Froilán en el Parteluz (en Burgos existe la figura de un Obispo), y el de San Froilán que muestra en el tímpano escenas de la vida del santo, estando las arquivoltas decoradas con ángeles. En la edad Media tuvo su importancia esta fachada, porque era la entrada del Obispo, pero a día de hoy está cerrada. Y hay una tercera fachada, que no está a la vista porque se ocultó con el claustro, es la llamada fachada norte y en la que también hubo tres pórticos, la portada central es la llamada Virgen del Dado y está en el parteluz, su origen es del siglo XIII, y no ha sido restaurada.
La planta de la Catedral es casi una réplica de la francesa de Reims, con unas dimensiones de 90 metros de larga, 30 metros de altura y 29 metros de ancha, dividida en tres naves desde la entrada al transepto o crucero y cinco naves desde este al Altar Mayor o Capilla Mayor, cubriéndose las naves con bóvedas de crucería. Presenta en sus muros 125 ventanales que suponen 1.854 metros cuadrados de vidrieras policromadas, que son consideradas no solo las primeras de España sino incluso del mundo, destacando entre ellas la del rosetón de la fachada oeste, las de la Capilla Mayor o las de la Capilla de Santiago. Pero no solo es la cantidad lo que abruma, creando una atmosfera luminosa mágica, sino también la calidad de sus pinturas, vidrios, técnica y color, que resumen buena parte de la historia de la vidriería desde el siglo XIII hasta el XX. Desde los primeros maestros que allí se emplearon Fernán Arnol o Pedro Guillelmo, en las primeras vidrieras del XIII hasta las últimas restauraciones de nuestros días, en todas se han añadido o reformado algún elemento que lo han engrandecido, y así en el siglo XV destaca el vidriero flamenco Juan de Arquer, a quien complementan otros maestros como Valdovin o Anequin, que trabajan sobre dibujos de Nicolas Frances, que en ese momento trabajaba sobre el retablo del Altar Mayor. También en el XVI trabaja en ellas Rodrigo de Herrera, exigiendo todo este montaje una gran labor de mantenimiento en los siglos XVII y XVIII, muy especialmente tras el famoso terremoto de Lisboa del año 1755, y todavía en nuestro tiempo se siguen con las obras de restauración.
En el alzado interior tiene tres pisos, el primero el de los arcos formeros apuntalados con pilares fasciculares, el segundo piso cuenta con un triforio y el tercero es el claristorio o conjunto de vidrieras. En el crucero se enfrentan los dos puntos principales para el culto, el Altar Mayor o Capilla Mayor y el Coro. El Altar Mayor presenta un retablo de corte neoclásico del artista Juan Bautista Lázaro, en el que están incluidas cinco tablas del retablo primitivo, que son obras de Nicolas Frances como antes dijimos, que realizara a mediados del siglo XV y que presentan escenas de la vida de San Froilán y de la Virgen María. En el altar también se encuentra el arca que contiene los restos de San Froilán, que es el patrón de León, obra que realizara el artista platero Enrique de Arfe en el siglo XVI, cerrando el recinto una verja de estilo plateresco y cuyo autor es Juan de Badajoz “El Mozo”. Y como decíamos frente a él se sitúa el coro, con una sillería de madera de nogal realizado entre 1461 y 1481, que son de las más antiguas de España, realizadas por un maestro llamado Enrique al que sucedió Juan de Malinas y el maestro Copin. En los respaldos de los asientos bajos aparecen bustos de personajes del Antiguo Testamento, en tanto que en los superiores se representan Apóstoles y Santos. Sobre esta sillería hay un órgano de muy reciente inauguración, ya que es del año 2013. En el año 1915 se abrió la parte trasera del coro, según una obra del arquitecto Manuel de Cárdenas, colocando una cristalera para apreciar desde el trascoro el Altar Mayor. Este trascoro es una construcción renacentista, configurada por un gran arco, con un gran despliegue escultórico por todo el muro, debiendo el trazado al antes citado Juan de Badajoz “El Mozo”, con la realización de Baltasar Gutiérrez y relieves de Esteban Jordán, en el último cuarto del siglo XVI. Hay cuatro importantes relieves cuyos temas corresponden a la Natividad de la Virgen, a la Anunciación, al Nacimiento de Cristo y a la Adoración de los Reyes Magos, colocando a los personajes principales en primer plano y a tamaño grande, rematando el muro las figuras de San Pedro, San Pablo, San Marcelo y San Isidoro, y en el remate final hay un Cristo que se atribuye a Juan Bautista Vázquez.
Detrás del Altar Mayor en la girola o deambulatorio existen varias capillas, no tan relevantes como las de la catedral de Burgos, pero que también resultan dignas de visitar, empezando por la de San José y la Virgen del Carmen, que tiene una gran pila bautismal, sigue la Capilla del Santo Cristo, la capilla de San Antonio de Padua, la Capilla de la Virgen Blanca, con la escultura que estuvo en la puerta de la Catedral varios siglos y en la que sus vidrieras son las auténticas del siglo XVI, sigue la Capilla de la Virgen de la Esperanza o del Rosario, después la Capilla del Nacimiento del Señor, la Capilla de Santa Teresa de Ávila y por último la Capilla de Santiago o de la Virgen del Camino. Estas son las principales, pero hay otras por ejemplo las que existen debajo de sus dos torres, la Capilla de Santa Lucia, que está bajo la Torre del Reloj o la capilla de San Juan de Regla, bajo la Torre de las Campanas. Por todo esto, es un monumento digno de ser visitado con luz natural, para apreciar el impresionante colorido de sus vidrieras y si se puede, hacer coincidir la visita con el sonido de su órgano que es magnífico.