EL MIRADOR - Antonio Martin Beaumont
Por preparación, edad y mentalidad, la vicepresidenta es quien mejor puede entender en el Consejo de Ministros lo que se pasea por las plazas reales y virtuales ahora mismo.
El Semanal Digital - 21 de febrero de 2013
La forma en que te responde al saludo la secretaria de Estado de Comunicación, Carmen Martínez Castro, refleja una manera de pensar instalada en La Moncloa y que impregna incluso a Génova 13: "¿Cómo estás?", "¡Bien, estamos animosos!" Toda una filosofía en tres palabras.
Hay un Gobierno de transición para una época de crisis, no le demos más vueltas. Mariano Rajoy vive su esforzado día a día de calvario impagable. Lo hace bien: de forma animosa, además. Ahora, que nadie le pida ser el arquitecto que diseñe el futuro, no le quedan manos libres para eso. Rajoy, en los términos futbolísticos que tanto gustan al presidente, puede ser Javier Clemente o José Antonio Camacho, pero no es ese Luis Aragonés, Pep Guardiola o Vicente del Bosque capaz de implantar un sistema de juego que ilusiona y lleva a los grandes éxitos.
Se ha celebrado el debate sobre el estado de la nación en el Congreso. No es poco. Visto lo visto, Rajoy sigue lleno de tenacidad, aunque meta los hombros más de lo habitual por el desgaste que padece. Sin embargo, lo más dramático de todo ha sido encontrarse de sopetón con que detrás del ánimo de los populares ya sólo queda la calle. Alfredo Pérez Rubalcaba tiene más pasado que futuro. Rosa Díez y Cayo Lara, aunque crezcan porque con razón caen los grandes, van con el equipaje justo. Los nacionalismos… son meros extorsionadores políticos.
Tras el PP no hay otro parapeto institucional dentro de las barricadas policiales que cercan la Carrera de San Jerónimo. La brecha entre los partidos y la gente corriente es muy profunda. La crisis económica consume ideas y políticos a velocidad digital. Todavía más deprisa ejecuta a los politiquillos que pintan de colores cualquier cosa que vuela para disfrazarla de idea. Por eso Rajoy no tenía más remedio que dedicar buena parte de su tiempo a la lucha contra la corrupción. Jugó a la contra, sí. Y aun así, ni los más optimistas de sus diputados podían imaginar que iría tan lejos.
"La voz la ha puesto Mariano, pero la letra es de Soraya", confesaban fuentes del PP nada más concluir el líder su discurso. Ciertamente, Soraya Sáenz de Santamaría está empeñada en acabar con la lejanía de la política para acercarla a los tiempos que corren con transparencia. No es poca tarea. Por preparación, edad y mentalidad, la vicepresidenta es quien mejor puede entender en el Consejo de Ministros lo que se pasea por las plazas reales y virtuales ahora mismo.
Eso sí, que nadie espere otra cosa: el ruido de la crisis -económica y política- es tan atronador que este Gobierno bastante hace con soldar grietas un día tras otro. Habrá que seguir esperando a ver si aparece Aragonés, Guardiola o del Bosque.