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El Gobierno tropieza una y otra vez en la misma piedra, la de la comunicación. Desde el Gabinete de la Presidencia se hacían cruces.
 
El Semanal Digital - 14 de enero de 2014 

 Se suponía que debía ser la noticia de la semana, del mes, del año, de la legislatura incluso. Al fin y al cabo, dos años de espera para que Barack Obama recibiera en la Casa Blanca a Mariano Rajoy bien lo merecen. Claro que a José Luis Rodríguez Zapatero le costó cinco entrar en el despacho oval. Sin embargo, el encuentro planetario -que diría Leire Pajín- entre los presidentes español y estadounidense quedó reducido a flor de un día en las portadas y los informativos.

A pesar de los esfuerzos de la amplia delegación monclovita por que todo saliera a pedir de boca y de que Obama cumplió su parte al halagar los esfuerzos de Rajoy por sacar al país de la crisis, el Ejecutivo volvió a tropezar en la piedra de la comunicación.

Ya no sólo porque desde España varios ministros contraprogramaran al presidente mucho mejor de lo que lo hizo el PSOE. También porque en Washington una nueva bronca entre la Secretaría de Estado de Comunicación que encabeza Carmen Martínez Castro y los periodistas robó parte del protagonismo a Rajoy.

Desde el Gabinete de la Presidencia de Jorge Moragas se hacían cruces por la torpeza. No en vano, Comunicación eligió qué medios entraban en el despacho oval y cuáles no. Y así provocó situaciones como que la radio más escuchada en España, la SER, quedara fuera del bombo. Como también El Mundo.

La emisora de Prisa y el diario de Unidad Editorial no necesitan mucho para criticar al presidente, pero en esta ocasión La Moncloa se lo puso en bandeja. No había más que escuchar a Àngels Barceló despotricar en su programa contra el presidente por no haber tenido en dos años el valor de ponerse ante los micrófonos de la SER.

Y todo ello mientras en España se escuchaban los ecos de la entrevista que Ana Pastor le hizo en el time del domingo a José Ignacio Wert. Que después de dar largas durante meses a La Sexta -El objetivo llevaba detrás de él mucho tiempo, según le consta a El Semanal Digital- eligió precisamente el día más inoportuno. Aquel en el que quien tenía que brillar era Rajoy y sólo él.

A mayores, a Luis de Guindos también le dio por dar titulares en la Comisión de Economía del Congreso, en cuyo transcurso adelantó que la economía española creció un 0,3% en el cuarto y último trimestre de 2014. Otro con el don de la oportunidad, como también Alberto Ruiz Gallardón y su tournée por los medios -este martes en la COPE, por ejemplo- para vender las bondades de su Ley del Aborto.

Las únicas que se dieron cuenta de la inconveniencia de hacer sombra a Rajoy en su día grande fueron Soraya Sáenz de Santamaría y María Dolores de Cospedal. Ambas se reunieron con los consejeros de Presidencia de las comunidades gobernadas por el PP en Génova 13 en el marco de la reforma de las administraciones públicas impulsada por el Gobierno. Pero en vez de comparecer después y desviar la atención de Washington solventaron el encuentro con una nota de prensa.

Lo del resto, ministros y monclovitas, fue otra de esas manos al cuello de Rajoy, una página más del manual de la descomunicación que se ha empeñado en escribir este Gobierno.