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LA VARA VERDE  -  Benjamin López

La bomba de relojería de Chaves y Griñán está a punto de estallarle en la cara al PSOE. Susana Díaz y Pedro Sánchez se agarran ahora a tecnicismos para no asumir el compromiso de obligarles.

El Semanal Digital - 13 de noviembre de 2014

Al PSOE está a punto de estallarle en la cara la bomba de relojería de Manuel Chaves y José Antonio Griñán. Porque se pongan como se pongan los socialistas, la realidad es que ambos están imputados de facto por el Tribunal Supremo en el caso de los ERE de Andalucía.

Y ahora toca actuar, mas aún después de sacar pecho contra la corrupción y después de cortar por lo sano hace unos días en casos de menor gravedad (como la Operación Púnica). Según prometió Susana Díaz -que es la mano que mece la cuna- los dos expresidentes de la Junta de Andalucía tendrían que dejar sus escaños. Y eso es mucho decir.

Así que por mucho que el PSOE trate de agarrarse a tecnicismos, Chaves y Griñán están imputados porque así lo dice literalmente el auto dictado este jueves por la Sala de lo Penal, firmado por el magistrado Miguel Colmenero. En el punto primero de los "Hechos" se afirma que en el caso de las "denominadas ayudas sociolaborales y ayudas a empresas (…) se encuentran imputados, entre otros, Don Manuel Chaves González, Don José Antonio Viera Chacón y Don Gaspar Zarrías Arévalo, Diputados del Congreso de los Diputados, y Don José Antonio Griñán Martínez, Senador de las Cortes Generales...". ¡De verde y con tricornio, guardia civil!

Ya pueden empeñarse los socialistas en dulcificar la realidad todo lo que quieran que los hechos son tozudos y ambos "se encuentran imputados". El Supremo considera "imprescindible" investigar a Chaves y Griñán por prevaricación y malversación basándose en los indicios aportados por la instrucción de la juez Alaya e irán a declarar al Supremo -en una fecha aún sin definir- en calidad precisamente de imputados.

Que lo hagan de forma voluntaria -como han dicho que es su intención- o citados forzosamente por el juez es lo de menos, ni quita ni pone nada a su imputación. Y es que las sospechas que se ciernen sobre ellos son de aúpa.

Existen indicios de que ambos, como ex presidentes de la Junta (más aún si cabe Griñán, que también fue consejero de Hacienda) participaron en "la ilegal aplicación de de fondos públicos por importe de 855 millones de euros". Sí, han leído bien, ¡855 millones de euros!

La fiscalía del Supremo hace suyo el razonamiento de Alaya y de la fiscalía de Sevilla según el cual ambos, junto a Zarrías, Viera y Mar Moreno, "tuvieron intervención, directa o indirecta" en la concesión irregular de esas ayudas, los llamados ERES de Andalucía.

La cuestión está muy clara, creo yo. El que no lo tiene nada claro es el PSOE, que en su afán de parecer limpios e inmaculados frente al pestilente y corrupto PP, no saben muy bien cómo actuar y dan palos de ciego ante los casos de corrupción propios, porque que los tienen.

El PSOE de Pedro Sánchez estableció el criterio de "apertura de juicio oral" como el momento en el que un militante socialista sería expulsado del partido. Sin embargo, hace menos de quince días, a raíz de la operación Púnica, tardó cinco minutos en echar a patadas a los imputados con carnet del partido.

Se le preguntó entonces al portavoz parlamentario cuál era el criterio y Antonio Hernando, en un mar de vacilaciones, aseguró que seguía siendo la "apertura de juicio oral" pero que en ese caso, al haber detenciones, se había optado por la expulsión inmediata.

Pocos días después, Susana Díaz, que es la que manda de verdad en Ferraz, aseguraba que "cualquier persona imputada va a tener que dejar el escaño" en clara referencia a Chaves y Griñán. Nada ya de juicio oral, la imputación es suficiente para obligar a dimitir.

Todo un órdago que, a tenor de los hechos, iba de farol. Porque ahora sus "padres" políticos están en esa posición y ella se limita a decir que cree en su "honestidad y honradez". Y que Dios es bueno, podría haber añadido. Y Pedro Sánchez, mientras tanto, sin saber muy bien qué decir ni qué hacer, trata de ganar tiempo a fuerza de irse por las ramas. Asegura que serán "contundentes" contra la corrupción pero "dentro del respeto a la presunción de inocencia".

Vamos, lo de siempre, que la vara de medir no es la misma que le aplica al PP. Lo mas irónico de todo es que hace unos días el PSOE rompió las negociaciones con el PP para alcanzar un pacto anticorrupción porque, según dijeron entonces, los populares están contaminados. Y mientras tanto, tic, tac, tic, tac, el reloj de la bomba de Chaves y Griñán sigue avanzando y amenaza con estallarle en las manos al PSOE. La demagogia puede salirle muy cara.