elEconomista.es – Informalia – 7/03/2016
Con el Gobierno en funciones, la inteligencia no puede parar y hay que gestionar por ejemplo los escándalos que afectan a los espías. Es la seguridad nacional lo que está en juego, y la hermana pequeña del ministro de Educación en funciones manda en la cocina de los agentes secretos para que los fogones sigan en marcha con eficacia: en su cabeza se mueven operaciones clandestinas, confidencias de los servicios de inteligencia de todo el mundo, asuntos de ciberseguridad, lucha antiterrorista o energía. Beatriz Méndez de Vigo fue reclamada por otra mujer: Soraya Sáenz de Santamaría la llamó en julio de 2012, cuando la prima de riesgo española estaba a punto de estallar, y el 2 de agosto fue nombrada secretaria general del CNI. En el día de la 'Mujer Trabajadora', Beatriz es una buena representante. Y además es una mujer de película.
La extraordinaria Judi Dench ha encarnado, entre otros muchos inolvidables papeles, a la jefa de James Bond, la extrañable 'M'. Aquella mujer corriente, en versión británica por supuesto, fue desde 1995 la responsable de las misiones del espía más famoso de la historia, gracias a su creador, Ian Fleming. Cuando se rodó Goldeneye, Judi Dench contaba apenas 60 años, algo mayor que Beatriz Méndez de Vigo, nuestra jefa de los espías de carne y hueso, otra mujer corriente pero también de película. La nuestra cuenta 57 años, es licenciada en Derecho, habla alemán e inglés, está divorciada y tiene dos hijas universitarias. Quien haya escuchado su voz comprenderá que al menos tiene un vicio, uno rubio que echa humo.
Aristócrata
De buena familia, sus padres le dieron una soberbia educación: hija de un militar fallecido, su madre es la II condesa de Areny y, por cierto, dice que su hija en casa "ya no habla ni del tiempo". Su abuela era baronesa de Claret, título que ahora ostenta su hermano el ministro de Educación. Beatriz Méndez de Vigo es sobrina de Carmen Díez de Rivera, mujer vinculada a Adolfo Suárez en la primera Transición, hija natural del 'cuñadísimo' y ministro franquista (marido de la hermana de Carmen Polo de Franco) Ramón Serrano Súñer y Sonsoles de Icaza, la pareja que vivió el amor prohibido del franquismo y que ha recreado Nieves Herrero en la novela Lo que escondían sus ojos. (Esfera de los libros, 2013), llevada ahora a la televisión con Blanca Suárez y Rubén Cortada.
Además, Beatriz es descendiente directa de la reina regente María Cristina de Borbón, por lo que está emparentada con la Familia Real española. Pero Beatriz no lleva corona, y no suele lucir siquiera una joya: procura no llamar la atención porque es tan discreta como su servicio de seguridad, un guardaespaldas a distancia y un coche blindado con el resto de su escolta. Llegó a su cargo de jefa de los espías en agosto de 2012 y el diario El País la catalogó como la mujer con más poder en la sombra. Sus aciertos apenas los vemos pero sus errores podrían ser portada de todos los medios.
Beatriz Méndez de Vigo manda en los directores de Recursos, Inteligencia y Apoyo a la Inteligencia (operaciones encubiertas). Se sitúa jerárquicamente sobre dos coroneles y un abogado. Solo el 27% de los miembros del CNI proceden de las Fuerzas Armadas, y el 10%, de las fuerzas de la Seguridad del Estado. El siguiente nivel lo estructuran 18 divisiones. El 33% de los miembros del CNI son mujeres; unas 1.200 profesionales de las que un tercio son técnicos superiores de Inteligencia. En total hay unas 3.500 personas con un presupuesto de 240 millones de euros. Méndez de Vigo sabe el nombre de la mayoría de los miembros del servicio. No es de extrañar: ingresó en el antiguo CNI (Centro Superior de Información de la Defensa, CESID) en 1983. La vida de las primeras mujeres como miembros del servicio secreto no fue fácil. Hasta entonces, las que había eran secretarias o ganchos sexuales. En 1983 Beatriz Méndez de Vigo tenía 24 años. Un amigo de su padre, Estanislao Urquijo, coronel del Estado Mayor, y el legendario general Manglano apostaron por ella.
Seis semanas y media
Tardó 45 días en convertirse en espía. En sus primeros pasos como agente secreto, Beatriz prestó servicios como analista en la División de Inteligencia Exterior y trabajó en el Área de Relaciones con Servicios de Inteligencia de Europa, cuya jefatura también desempeñó.
En 2002, ya en el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), fue nombrada jefa del Departamento de Relaciones con Servicios de Inteligencia y posteriormente ocupó otros cargos en la División de Contrainteligencia del CNI. Desde 2011 era representante del CNI ante los Servicios de Inteligencia de la República Federal de Alemania.
En siete años se convertiría en experta sobre el otro lado del telón de acero, especialmente en la República Democrática Alemana. Tras la caída del Muro, en 1989, pasó a Relaciones Internacionales, que dirigió, y le permitiría conocer los grandes servicios secretos del mundo, su forma de trabajar y a sus responsables, además de tejer una red global de contactos. Allí trabajaría con los generales Manglano, Félix Miranda y Javier Calderón durante 14 años.
Castigada por su apellido
Alberto Saiz, el director del CNI con José Bono, no olvidó que el hermano de Beatriz era (y es) Iñigo Méndez de Vigo, entonces un barón del PP. Defenestrada en 2004, fue destinada en Contrainteligencia, en el control de los agentes secretos de la ex Unión Soviética en España. Sufrió pero durante siete años fue agente de campo: salía a la calle después de haber sido durante 20 años experta en análisis y temas internacionales. Aprendió cómo trabajan los otros servicios, los agentes dobles, las infiltraciones, su financiación.
Obtuvo éxitos importantes y fue premiada con la dirección de la terminal del CNI en Berlín: allí siguió en 2011 los ataques especulativos contra nuestra economía, el rescate a la banca y un escenario de prima de riesgo a 650 puntos: el escenario perfecto para desarrollar la potente división de Inteligencia Económica que defendería la estabilidad del sistema financiero español y protegería a las empresas estratégicas españolas.
Este lunes saltaba a los medios el escándalo de un espía expulsado del CNI. Empezaron a controlarle porque grababa sus encuentros sexuales con otra agente y los compartía con algunos compañeros. Tiraron del hilo y concluyeron que muy probablemente era un agente doble. Esta vez ha trascendido algo, pero este tipo de historias y otras muchas deben ser el pan nuestro de cada día de Beatriz Méndez de Vigo, mujer, trabajadora y espía.